Las rivalidades interimperialistas debilitan a la Unión Europea
La lucha incesante entre los grandes estados imperialistas por el reparto del mundo está llevando al conjunto de las relaciones internacionales a una situación cada vez más conflictiva y peligrosa. La rivalidad entre las dos principales potencias capitalistas, Estados Unidos y China, está sacudiendo los frágiles equilibrios del pasado. La guerra comercial se está convirtiendo en la norma, reemplazando las laboriosas negociaciones que prevalecían anteriormente para tratar de encontrar acuerdos aceptables para todos en el marco de la OMC. En la guerra económica entre Estados Unidos y China, todos los golpes están permitidos, como señaló amargamente Macron el 25 de abril: «Las dos principales potencias internacionales han decidido no respetar más las reglas del comercio». La UE está atrapada entre el poder económico del imperialismo estadounidense, que no le hace ningún regalo, y la formidable competencia del imperialismo chino. Además, el imperialismo ruso compite con los imperialismos estadounidense, alemán o francés por el control de países que antes estaban bajo el dominio de la burocracia estalinista y que no se han unido a la UE, como Georgia, Moldavia o Ucrania, con desprecio a sus poblaciones y su derecho a la independencia. La invasión de Ucrania por parte del ejército ruso no amenaza directamente a los países de la UE, porque el imperialismo ruso no tiene los medios para hacerlo, pero relanza las políticas de rearme. El gasto militar de los estados miembros de la UE aumentó un 16% en 2023, hasta los 552.000 millones de euros.
El capitalismo decadente no permite unificar pacíficamente Europa
Un estado imperialista europeo, Rusia, intenta recolonizar a otro, Ucrania, que pasó a someterse en 2014 a la dominación de Estados Unidos y Alemania. La UE está especialmente amenazada porque no es una potencia imperialista unificada. Es el fruto de luchas y compromisos entre las principales principales burguesías europeas, con intereses a veces divergentes y a veces convergentes, para defender y tratar de ampliar sus respectivas esferas de influencia. La UE tiene su propio parlamento, emite directivas y reglamentos, los bienes, el capital y los habitantes circulan libremente, 20 de los 27 países utilizan el euro como moneda común… Este mercado unificado era y sigue siendo indispensable para que cada una de las burguesías intente ir más allá de los estrechos límites de sus fronteras. Ha permitido un aumento del comercio y un desarrollo de las fuerzas productivas, bajo las condiciones de la explotación capitalista. Política Agrícola Común, Pacto Verde, política de reindustrialización, etc. Todo está hecho a la medida de los intereses de los capitalistas de los imperialismos más influyentes. Pero retirarse de ella, como hizo Gran Bretaña a principios de 2020 bajo los términos de la campaña altamente reaccionaria del Brexit, perjudicó inmediatamente a estudiantes y trabajadores del continente y solo ha traído dificultades adicionales por las que el primero en pagar el precio ha sido el proletariado británico. Sin embargo, la UE sigue siendo sobre todo un mercado competitivo de 450 millones de habitantes en el que cada burguesía lucha por su cuenta, forjando alianzas de circunstancias en función de sus intereses. Los imperialismos más poderosos, Alemania y Francia, están enfrascados en una batalla silenciosa, detrás de apretones de manos y sonrisas de fachada. La Europa de los capitalistas no está ni estará nunca unificada hasta el punto de formar un solo Estado, aunque sea federal. Porque cada burguesía necesita su Estado para luchar contra su clase obrera y defender sus intereses contra las demás burguesías. El agravamiento de las tensiones mundiales, el muy débil crecimiento económico de la UE, están alimentando las oposiciones entre los estados europeos. En estas condiciones, si cada uno de ellos aboga por una Europa más fuerte, es sólo en términos de defensa de sus intereses. Por ejemplo, el imperialismo alemán y francés se disputan el primer puesto en la dirección y, con ello, en el suministro de materiales para la construcción de una defensa europea, mientras que otros siguen siendo partidarios de apoyarse en la OTAN.
El imperialismo estadounidense pesa sobre la UE
El Brexit ha debilitado a la UE y reforzado la sumisión de Gran Bretaña a Estados Unidos. No existe un ejército de la UE; la OTAN, el tratado militar que une a los Estados miembros, está bajo la hegemonía de Estados Unidos. Además, 80 años después del final de la II Guerra Mundial, Estados Unidos mantienen más de 200 bases militares en Europa con más de 62.000 soldados en activo. La mayoría de ellos se concentran en Alemania, donde sólo la base de Ramstein cuenta con 50.000 soldados estadounidenses.
Independientemente de que el Presidente sea republicano o demócrata, los Estados Unidos están dedicando sus fuerzas a contener a China e impedir que logre su objetivo final de substituirlo como imperialismo dominante en el mundo. Pero los EEUU también utilizan sus supremacía militar, económica, cultural y diplomática contra sus rivales europeos. El gobierno estadounidense quiere impedir que China adquiera la última generación de chips electrónicos y las máquinas para producirlos. Tiene los medios para extender sus prohibiciones comerciales a empresas no estadounidenses, ya sea ASML en los Países Bajos, Zeiss o Trumpf en Alemania, etc. amenazándolos con represalias comerciales y bancarias. Esto está envenenando las relaciones entre la UE y China.
Si la UE impone restricciones estrictas a la exportación de productos de alta tecnología a China, por un lado, y espera aumentar significativamente sus exportaciones a China, por otro, me temo que no tiene sentido (Wang Wenbin, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, enero de 2024)
Las múltiples ayudas y financiación de la Ley de Reducción de la Inflación americana, que podría alcanzar los 1.000 billones de dólares, actúan como una bomba de succión de la inversión industrial a escala internacional para el establecimiento de empresas en Estados Unidos en detrimento de la UE.
Los Estados Unidos utilizan una política industrial a gran escala para atraer a las empresas europeas, mientras que utilizan el proteccionismo para excluir a los competidores (Mario Draghi, ex presidente del Banco Central Europeo, 16 de abril)
Los EEUU han sustituido en parte a Rusia, golpeada con sanciones económicas desde la invasión de Ucrania, en el suministro de gas a la UE. Pero el GNL estadounidense entregado por barco se vende en Europa a cuatro veces el precio de Estados Unidos, además sobre la base de contratos a largo plazo. Una nueva dependencia energética -especialmente costosa para Alemania, que no tiene energía nuclear- acaba de sustituir a la antigua.
El imperialismo chino refuerza su posición frente a la UE
En cuanto a las relaciones con China, el déficit de la balanza comercial de la UE se acercó a los 400.000 millones de euros en 2022. Aunque se ha reducido en 2023, este déficit casi se ha duplicado desde 2020. Gracias a su progreso tecnológico, China está fortaleciendo sus posiciones. Ahora produce las máquinas-herramienta que antes compraba en Alemania. Está poniendo en peligro la industria automovilística de los países de la UE inundando el mercado con coches eléctricos que son al menos un 30% más baratos que los modelos europeos. El Eldorado de la inversión extranjera en China que atrajo a muchos capitalistas, incluidas muchas empresas europeas, ya no es tan rentable o se ha vuelto inviable. ¡Sin dudarlo, el imperialismo estadounidense acaba de aprobar aranceles al 100% sobre las importaciones chinas de automóviles eléctricos! Pero Alemania y Francia están divididas. Los grupos automovilísticos franceses se han dado un batacazo en el mercado chino. Pero los grupos automovilísticos alemanes siguen manteniendo posiciones, incluso debilitadas, que no están dispuestos a malvender. Por eso, BMW, Mercedes y Volkswagen se oponen a cualquier medida proteccionista contra China, ya que temen medidas de represalia. Cada burguesía europea está colocada en una actitud esquizofrénica hacia China. Por un lado, los gobiernos abogan por barreras proteccionistas para preservar las industrias, por otro lado, se dedican a la danza del vientre para obtener inversiones chinas. De esa manera, los fabricantes de automóviles chinos se están instalando en Hungría, España, Italia y Polonia o bien se alían con fabricantes europeos como Stellantis para producir o distribuir sus vehículos…
La quimera del proteccionismo
Más o menos, todos los partidos burgueses, seguidos por los partidos reformistas que se presentan a las elecciones europeas, defienden la aplicación de medidas proteccionistas en las fronteras europeas, dirigidas esencialmente al imperialismo chino. Dicen que hay que luchar contra la competencia desleal generada por el incumplimiento de las normas medioambientales, los subsidios abusivos, el trabajo forzoso de pueblos oprimidos como los uigures, etc. Los estados europeos están menos atentos a la hora de exportar aviones de combate o importar ropa de Bangladesh o Pakistán. Todos los capitalistas de los países europeos explotan al máximo la mano de obra más barata, tanto en los países más pobres de Europa como en todo el mundo, incluida China. Sólo se tratan de disfrazar con algunas consideraciones morales la feroz lucha entre imperialismos. Los partidos que se dicen socialistas, mientras defienden el proteccionismo y el cierre de las fronteras a los trabajadores extranjeros, en nombre de la salvación de los puestos de trabajo, participan en esta mascarada y sólo siguen los pasos de su propia burguesía, los intereses de sus capitalistas nacionales. En realidad, la fragmentación no hará más que agravar las rivalidades entre las potencias imperialistas y precipitará la crisis económica, o incluso enfrentamientos directos. Arrastrar al proletariado al callejón sin salida del chovinismo en lugar de luchar contra su propia burguesía conduce a la confusión y a las peores ilusiones.
El veneno del nacionalismo y la xenofobia
En esta confrontación interimperialista, las potencias europeas están perdiendo impulso. Una fracción creciente de las burguesías y pequeñas burguesías europeas ve su salvación no sólo en el proteccionismo, sino en la exacerbación del nacionalismo y la superioridad xenófoba.
Numerosos estados europeos han levantado muros en sus fronteras. En febrero de 2024, la Comisión de Libertades Civiles del Parlamento Europeo aprobó el acuerdo alcanzado entre los gobiernos para endurecer aún más la devolución de migrantes fuera de las fronteras de la UE. Mientras que, según Frontex, 353.300 personas entraron ilegalmente en 2023 en la UE, que tiene una población de 450 millones de habitantes, la UE no duda en llegar a acuerdos con los autócratas y dictadores Erdogan en Turquía, Dbeibé en Libia, y Kais Sayed en Túnez…, para mantener a los migrantes en su suelo con menosprecio de todos sus derechos. Gran Bretaña quiere enviar a todos los inmigrantes ilegales a Ruanda. La Comisión Europea y los gobiernos británico, alemán y francés alimentan el veneno de la xenofobia y el racismo y allanan el camino a los partidos populistas y criptofascistas que ya gobiernan Italia y prosperan en otros lugares.
La perspectiva comunista es internacionalista
Las burguesías imperialistas europeas son incapaces de unificar Europa. Solo la clase obrera podrá conseguirlo. Los comunistas internacionalistas no mienten al proletariado al afirmar que sería posible llevar a cabo una política europea de acuerdo con los intereses de la clase obrera si se apoderaran de la mayoría en el Parlamento Europeo. Hay que acabar con la UE capitalista, y sobre todo con los estados burgueses nacionales, que poseen un aparato represivo contra el proletariado.
Una unidad económica más o menos completa de Europa, que se lograse desde arriba, como resultado de un acuerdo entre gobiernos capitalistas, es una utopía. Con este método, la cuestión no puede ir más allá de compromisos parciales y medias tintas. Del mismo modo, la unión económica de Europa, que podría aportar enormes ventajas al productor y al consumidor, y en general a todo el desarrollo cultural, se convierte en la tarea revolucionaria del proletariado europeo, en su lucha contra el proteccionismo imperialista y su instrumento, el militarismo. (Trotsky, El Programa de la paz, mayo de 1917)
Por el momento, la crisis del movimiento obrero internacional es tal que los herederos políticos de la Internacional Comunista y de la IV Internacional son incapaces de presentar listas a escala de la UE para las elecciones al Parlamento Europeo. En las elecciones para diputados al Parlamento Europeo, a falta de una lista comunista internacionalista por los Estados Unidos Socialistas de Europa, los trabajadores deben votar únicamente a organizaciones que tengan sus raíces en la clase obrera.
Ciertamente, el destino de Europa no se decidirá en las urnas, pero si las organizaciones comunistas tuvieran los medios para hacerlo, al igual que presentarían candidatos en las elecciones legislativas de su propio Estado, habrían hecho campaña con el mismo programa en toda la UE por :
¡Solidaridad con Ucrania y Palestina!
¡Apertura de las fronteras a los migrantes y refugiados!
¡Abajo la OTAN !
¡Por el gobierno de los trabajadores y trabajadoras en cada país de Europa!
¡Por los Estados Unidos Socialistas de Europa!