En todas partes, los «crímenes de honor», el acoso sexual y las violaciones se dirigen principalmente a las mujeres. Las guerras lo manifiestan con especial intensidad. El 80% de los 42 millones de víctimas de la prostitución forzada son mujeres, la inmensa mayoría de las cuales son chicas de clase trabajadora. Cada año, 1,5 millones de niñas son obligadas a casarse contra su voluntad. Cada año, 4 millones de niñas son sometidas a mutilación sexual (escisión o infibulación). En los países imperialistas, el ataque sistemático a los servicios públicos por parte de todos los gobiernos ha afectado especialmente a las mujeres trabajadoras.
Todos los aparatos religiosos tratan de mantener sometidas a las mujeres. Las corrientes políticas reaccionarias utilizan la religión para cuestionar las conquistas de las mujeres, desde el derecho a la educación hasta el derecho al aborto: el EI en Siria e Irak, Morawiecki y el PiS en Polonia, Bolsonaro en Brasil, Rodrigo Duterte en Filipinas, el partido filo-fascista Vox en España, Modi y el BJP en India, Erdogan y el AKP en Turquía, Putin en Rusia, los talibanes en Afganistán…
A pesar de todo, en Polonia, España, Argentina, Arabia y muchos otros estados, las mujeres trabajadoras y estudiantes han liderado la lucha contra los feminicidios y la opresión específica a la que están sometidas, por la igualdad social y política, por el control de sus cuerpos y de sus vidas. Desde hace varios años, la denuncia de la violencia sexista y machista ha permitido hacer públicos los atroces crímenes sufridos durante demasiado tiempo, como las violaciones y asesinatos de cientos de jóvenes trabajadoras en México, que siguen impunes.
La lucha contra la opresión de género no puede dejarse en manos de las clases sociales explotadoras o intermedias. Apoyándose en unos pocos departamentos universitarios, el feminismo pequeñoburgués, bajo la etiqueta de «interseccionalidad», suma opresiones sin trazar una salida real para todas y tiende a enfrentar a las mujeres con todos los hombres. Con el apoyo de los medios de comunicación de masas, el feminismo burgués se limita a mejorar la situación de las mujeres de la clase explotadora exigiendo más puestos como dirigentes políticas o gestoras de empresas capitalistas.
En la Comuna de París de 1871, las mujeres trabajadoras participaron en la insurrección, en la democracia obrera y en la defensa frente a la contrarrevolución burguesa bajo la bandera tricolor. Consiguieron la unión libre, la prohibición de la prostitución, la separación de la Iglesia y el Estado, la igualdad de salarios…
La revolución rusa de 1917, iniciada por las obreras de Petrogrado, una vez victoriosa gracias al Partido Bolchevique y a pesar del atraso económico y cultural del país, hizo más por la emancipación de las mujeres que el movimiento -legítimo- «sufragista» iniciado en 1860 en el Reino Unido. En Rusia, la igualdad jurídica completa, el derecho al divorcio, el derecho al aborto, la igualdad de los hijos dentro y fuera del matrimonio, la custodia y la protección de los niños y niñas… se decidieron ya en 1917-1918, mientras que en Gran Bretaña, el derecho al voto no se concedió hasta 1918, excluyendo a las mujeres menores de 30 años y a las de los pueblos colonizados; más aún, la igualdad ante el divorcio no se consiguió hasta 1973.
Únicamente la clase obrera, porque está explotada, cuestiona el capitalismo, las clases sociales y el Estado burgués, que es el instrumento de defensa de la explotación y las opresiones. Por su lugar en la creación de riqueza, por su número, por su carácter internacional, la clase obrera puede ponerse a la cabeza de la lucha contra todas las opresiones a las que está sometido el ser humano (por su clase, su sexo, su nacionalidad, sus rasgos étnicos, su orientación sexual, su ateísmo, su religión…), puede lograr la igualdad entre hombres y mujeres y puede emancipar a toda la humanidad. Esta tarea sólo puede ser realizada por partidos obreros revolucionarios, en el marco de una internacional en la tradición de la Liga de los Comunistas (1847-1852), la Internacional Obrera (1889-1914 que lanzó el 8 de marzo mundial con Clara Zetkin), la Internacional Comunista (1919-1933), la IV Internacional (1936-1951).
La lucha por la emancipación de la mujer debe ser asunto de todo el movimiento obrero. Para unificar al proletariado y aglutinar a estudiantes, campesinas, funcionarias…, las organizaciones obreras deben luchar en su seno contra el machismo, reconocer el derecho de las mujeres trabajadoras a la autoorganización y comprometerse activamente en la defensa de la libertad e igualdad de las mujeres en todos los ámbitos, en la defensa de su derecho a controlar su vida, su cuerpo y su voluntad de parir o no, en la defensa de todas sus reivindicaciones como trabajadoras especialmente explotadas y oprimidas.
- Por la igualdad jurídica total
- Distribución del trabajo entre todas y todos, mediante la reducción de la jornada laboral sin reducción de salarios, hasta eliminar el desempleo. Contra el trabajo precario. Igualdad salarial real entre hombres y mujeres.
- Salarios, prestaciones y pensiones que permitan vivir decentemente a todas las trabajadoras y trabajadores. Servicios públicos abundantes, gratuitos y de calidad, prestados por trabajadores de ambos sexos para los desplazamientos, el cuidado de las niñas y niños y de las personas enfermas y dependientes.
- Viviendas dignas para todas las trabajadoras y trabajadores.
- Eliminación inmediata de toda religión en las escuelas. Por un sistema escolar único, público, laico, gratuito y de enseñanza mixta. Por una educación sexual científica basada en el amor y el respeto a la propia libertad sexual y a la de los demás, independientemente de la orientación de cada uno. Contra toda financiación directa o indirecta de las diferentes religiones.
- Anticoncepción y aborto libres y gratuitos a cargo de la sanidad pública. Por una sanidad pública, universal, gratuita y laica. Respeto y tratamiento médico adecuado de las patologías y enfermedades específicamente femeninas. Gratuidad de los productos de protección periódica.
- Prohibición y penalización del proxenetismo. Prohibición de la maternidad subrogada (vientres de alquiler).
- Por el derecho a cruzar las fronteras de forma libre y segura para todas las trabajadoras y trabajadores, así como para los jóvenes en formación.
- Contra la justicia machista y los linchamientos mediáticos de todo tipo. Depuración de todos los jueces reaccionarios. Por una auténtica justicia democrática no sexista en la que los jueces puedan ser elegidos y destituidos por los consejos de trabajadoras y trabajadores. Por la autodefensa de las mujeres contra la violencia machista.
- Por un gobierno de las trabajadoras y trabajadores hacia una sociedad sin clases, sin explotación ni opresión, por el socialismo internacional.