El adiós a las armas del PKK

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Lo que se quema no son las armas, sino la esperanza, la resistencia y la liberación de los kurdos

La burguesía de las naciones oprimidas convierte constantemente las consignas de liberación nacional en un engaño para los obreros. En la política interior, utiliza estas consignas para concluir acuerdos reaccionarios con la burguesía de las naciones dominantes […]; en la política exterior, busca pactar con alguna de las potencias imperialistas comtetidoras […]. (Lenin, La revolución socialista y el derecho de las naciones a la autodeterminación, febrero de 1916, Tesis 4)

¿Una «Turquía sin terror» o la rendición del PKK?

La nueva fase declarada por el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK, partido nacionalista burgués cuya rama siria se denomina PYD, su rama iraní, PJAK, y su rama iraquí, PCDK) el 11 de julio, tras la «ceremonia de quema de armas» en Sulaymaniyah, Kurdistán iraquí, no solo significa el silencio de las armas, supone también la liquidación consciente de una lucha histórica.

Esta ceremonia no simboliza ni la paz ni una solución a la cuestión kurda. Por el contrario, implica el desarme de la búsqueda de libertad del pueblo kurdo, el intento de despolitizarlo y someterlo al control de los estados burgueses turco y sirio. Esta nueva fase ya fue declarada en el XII Congreso del PKK en mayo de 2025. La adopción de una línea sin democracia, sin ejército y sin partido termina ahora con la quema de armas. Pero no se trata solo de armas; lo que las guerrillas están abandonando es la esperanza de todo un pueblo. Las consignas de lucha, como la «federación», la autonomía o la independencia, fueron quemadas y enterradas simbólicamente en esta ceremonia.

Este proceso, dirigido con la cooperación de Erdoğan (Presidente de la República de Turquía, AKP), el Partido de la Justicia y el Desarrollo, AKP – islamista), el Partido de Acción Nacionalista (MHP, filofascista) y el Partido para la Igualdad de los Pueblos y la Democracia (DEM, una fachada legal del PKK, proscrito al igual que el HDP que lo precedió), es un proyecto de Estado. Su nombre es «Turquía sin Terror«, pero su contenido es la subyugación militar total del pueblo kurdo, su neutralización política y su integración al Estado turco (y al Estado sirio).

La liquidación del PKK es el resultado de «razones de Estado»

La ceremonia de incineración de armas, aunque a primera vista pueda parecer simbólica, es en última instancia ingeniería de contraguerrilla, es decir, una operación estatal a gran escala.

Nosotros —AKP, MHP y DEM— hemos decidido avanzar los tres juntos en este camino. Caminaremos, dando pasos cada uno hacia los demás. Si Dios quiere, construiremos juntos, mano a mano, el siglo de Turquía. (Erdoğan, Discurso a los dirigentes del AKP, 12 de julio)

La realidad es que la incineración de armas no se lleva a cabo en interés del pueblo kurdo, sino para allanar el camino a los planes regionales de la burguesía turca.

Ankara presenta este proceso como «la Turquía sin terror«. Sin embargo, lo que el Estado entiende por «ausencia de terror» es la ausencia de lucha del pueblo kurdo, es decir, su sumisión. La lucha armada ha sido sofocada, las reivindicaciones nacionales democráticas se han extinguido y se le impide al pueblo ser sujeto de la política. En resumen, una paz sin pueblo y una nación sin armas.

El proceso de desarme no se limita solo a la política interna turca. En la vía que conduce a la tercera guerra mundial, el Estado turco quiere crearse un espacio de maniobra. En este contexto:

  • Se ampliará el margen de maniobra militar y político de Turquía en el norte de Siria;
  • La presencia militar del PKK se neutralizará;
  • Se facilitará la integración de Rojava (la Unión de Comunidades del Kurdistán, KCK de Siria) en Turquía.

Öcalan (jefe supremo del PKK, detenido por el Estado turco) decidió este cambio estratégico.

Si Turquía se rodea de los kurdos del norte, podrá reclamar Mosul y Kirkuk. (Öcalan, Declaración final en su juicio, junio de 1999).

Por lo tanto, no se trata de una «transformación interna del PKK», sino de una declaración del Estado burgués turco sobre su expansión en detrimento del pueblo kurdo. El hecho de que el KCK, el HDP, el DEM y, en general, los aparatos burgueses kurdos no se opongan realmente a este proceso demuestra la profundidad de la colaboración.

El PKK se convierte en un subcontratista del expansionismo de la burguesía turca

El proyecto «Turquía sin Terror» forma parte del proyecto de bloque reaccionario que Erdoğan intenta construir dentro de un marco histórico e ideológico mucho más amplio.

Hemos decidido renovar la alianza entre turcos, árabes y kurdos. La esencia de las guerras de Malazgirt, Jerusalén y la liberación nacional está cobrando forma de nuevo. Damasco es nuestra ciudad común, Diyarbakir, Mosul, Kirkuk… y Alepo son nuestras ciudades comunes… (Erdoğan, Discurso a los dirigentes del AKP, 12 de julio)

Erdoğan no se limita solo a la Turquía actual; reivindica derechos «históricos» sobre los territorios de Siria e Irak, basados en el panislamismo y la afiliación a la fe musulmana. Y para establecer esta alianza, era necesario liquidar y desarmar al PKK, que era la principal fuerza de autodefensa del pueblo kurdo en Turquía y Siria.

Los actores políticos kurdos no se han opuesto al proyecto de Erdoğan, e incluso se han integrado abiertamente en él. Hoy, el DEM ya no es simplemente un partido parlamentario burgués; está directamente integrado en la política exterior del Estado burgués.

El objetivo de Turquía con esta alianza es claro:

  • crear un perfil kurdo compatible con el gobierno de la Organización para la Liberación del Levante (HTC, antes Al-Qaeda) y otros grupos islamistas en Siria;
  • conectar al PÇDK del Kurdistán iraquí con el aparato de seguridad turco;

y así legitimar las reivindicaciones imperialistas de Turquía sobre ciudades como Mosul y Kirkuk. El pueblo kurdo estaría retrocediendo en su derecho histórico a la autodeterminación, a la vez que se prepara el terreno para el expansionismo regional del estado capitalista turco.

Con el acuerdo Erdoğan-Bahçeli-Öcalan, el pueblo kurdo corre el riesgo de encontrarse sometido, en Turquía, Siria e Irak, a «una nación, una bandera, una ummah» [ummah : comunidad de los creyentes del Islam] . Esta es la consecuencia de la transformación del PKK-PYD-PÇDK-PJAK de un movimiento guerrillero pequeñoburgués a un subcontratista burgués de un proyecto contrarrevolucionario.

La liquidación del PKK: la culminación de una bancarrota política

La decisión del PKK de «enterrar las armas» y su proceso de autoliquidación, además de una retirada militar, es la oficialización de un colapso ideológico y político.

Es la culminación de un proyecto nacionalista kurdo interclasista nacido en 1973, que implantó de inmediato el culto infantilista, patriarcal y estalinista al líder (al tiempo que destacaba a las mujeres en sus fotos y comunicaciones). El PKK-PYD se comprometió a fondo en 2012 en Rojava, Siria, al colaborar con Assad y con capitalistas árabes o kurdos (como Akram Kamal Hasu) o líderes tribales, así como, a partir de 2014, con la potencia imperialista dominante, incluso implorando una «paz digna» al opresor Estado turco. Esto no impidió que la mayoría de los anarquistas y centristas elogiaran la administración de Rojava (la Unión de Comunidades del Kurdistán, KCK de Siria).

El XII Congreso formalizó el rechazo al «marxismo-leninismo» y al «internacionalismo proletario», condenando al pueblo kurdo y a otros pueblos a una especie de «democracia local» dentro del Estado burgués. Esta decisión del PKK no busca orientar la lucha histórica del pueblo kurdo, sino frenarla, manteniéndola dentro del orden establecido y encauzándola hacia una «solución» en el marco de las ecuaciones imperialistas y colonialistas.

Ahora que la decisión de la dirección del PKK de desarmarse comienza a surtir efecto, empeñarse en presentar el plan del gobierno turco como una victoria no es más que un intento de ocultar esta bancarrota ideológica. No hay una posición ganadora. El Estado burgués turco no ha reconocido las reivindicaciones fundamentales del pueblo kurdo ni ha dado ningún paso hacia una solución política. Por el contrario, el territorio kurdo sigue gobernado por administradores designados para reemplazar a los alcaldes electos, los alcaldes kurdos se encuentran bajo custodia policial y la lengua y la identidad kurdas son sistemáticamente reprimidas en la esfera pública. El pacifismo degenerado es la expresión de la sumisión del PKK a las exigencias de la burguesía turca, la integración en la OTAN y la intención de reducir la cuestión kurda a un subpárrafo de la expansión de la burguesía turca y del orden imperialista en el Levante.

¿Qué promete «enterrar las armas» y a quién?

El desarme del PKK representa un cambio del movimiento independentista de la pequeña burguesía kurda hacia el autonomismo de la burguesía kurda. Su objetivo es subyugar al pueblo kurdo al opresor Estado burgués turco. «Enterrar las armas» no es una declaración de paz, sino la búsqueda de la burguesía kurda de una conciliación con el sistema estatal capitalista nacional y regional (incluido Israel). Esta ceremonia no solo pretende enterrar las armas, sino también las posibilidades de cualquier ruptura revolucionaria que desafíe a los terratenientes y capitalistas kurdos, a sus amos en Ankara o a Washington.

El interlocutor de esta orientación no es el pueblo kurdo, sino directamente los Estados de la región y, en especial, el Estado burgués turco. El PKK ahora ya no intenta posicionarse como un aparato de autodefensa del pueblo kurdo, sino como un «socio para la estabilidad» de los regímenes de la región. El mensaje a los centros imperialistas y a las potencias regionales no podría ser más claro: «De ahora en adelante, pueden contar con nosotros. Hemos cerrado el capítulo de la lucha armada». Es una carta de capitulación presentada en la mesa de negociaciones por la paz capitalista e imperialista.

El plan «Turquía sin Terror» es la última pieza añadida al proceso de transformación política iniciado tras la captura de Öcalan en 1999. Ese día habló de una «retirada estratégica»; hoy, el cacareo de que «el período de lucha armada ha terminado» camufla una liquidación estratégica. El PKK aspira a una «autonomía kurda» al estilo español o iraquí. Esta no es una línea revolucionaria nacional, sino una sumisión análoga a las muy anteriores de las camarillas kurdas del KDP y el UKP en Irak, y de los partidos nacionalistas burgueses irlandeses, escoceses y catalanes.

Sin embargo, la historia ha demostrado repetidamente que la liberación de los pueblos oprimidos no puede lograrse mediante la paz capitalista ni dentro de los estados burgueses. El camino del PKK no busca la emancipación de los trabajadores, los campesinos kurdos pobres y las mujeres trabajadoras, sino la reproducción del sistema capitalista en Turquía y Asia Occidental. Si bien promete «paz» a sus bases, la dirección del PKK sabe perfectamente que esto no traerá igualdad ni en términos nacionales ni de clase. El capitalismo en Turquía impone al pueblo kurdo no la paz, sino la rendición.

La construcción de la vía independiente de la clase obrera: la alternativa comunista internacionalista

Si tomamos en consideración lel replanteo de Oriente Medio que buscan Estados Unidos e Israel, la integración de este tipo de movimiento nacional en el orden establecido es de vital importancia. Con su «lucha democrática y legal», el PKK se ha comprometido a permanecer dentro de los límites del sistema capitalista.

En este sentido, la tarea histórica es construir una vía obrera independiente sobre las ruinas del movimiento nacional pequeñoburgués y burgués. La lucha del pueblo kurdo por la libertad solo podrá alcanzar la victoria si, y solo si, se une al movimiento revolucionario internacional de la clase obrera que rompa con el capitalismo, no solo dentro de las fronteras de Turquía y Kurdistán, sino en todo Oriente Medio y en los centros imperialistas. La liquidación del PKK por parte de Öcalan representa no solo la bancarrota de una organización, sino también la del reformismo, el nacionalismo, el estalinismo y las políticas identitarias. Más que nunca, los pueblos y trabajadores oprimidos necesitan un nuevo programa internacional, una estrategia de revolución socialista dirigida al poder obrero. Esto no ocurrirá espontáneamente; debe ser organizado por una vanguardia revolucionaria. Por esta razón, nuestra tarea es clara:

  • Retomar la bandera del internacionalismo proletario, que aportará una solución revolucionaria a la cuestión nacional, y reconstruir una internacional comunista;
  • Defender la unidad de todos los pueblos oprimidos con la clase obrera;
  • Defender la unidad revolucionaria de los trabajadores frente a las guerras imperialistas, los conflictos étnicos y la diplomacia burguesa;
  • Desmantelar la policía y el ejército burgueses de Turquía y las bandas islamistas paraestatales en Siria;
  • Llenar el vacío dejado por el PKK no con un nuevo reformismo ni un nuevo nacionalismo pequeñoburgués, sino con un partido obrero revolucionario, con consejos obreros revolucionarios, con asambleas de barrio y milicias obreras, abriendo la perspectiva del gobierno obrero,de la federación socialista del Levante.

Actualmente, la guerra, la opresión, la explotación y la miseria asolan Oriente Medio, especialmente Gaza. La única fuerza que puede poner fin a este infierno es la clase obrera, que tomará las armas no al servicio de una facción nacional o política de la burguesía, sino para su propia toma del poder. Su partido, frente a los partidos que prometen paz, libertad e igualdad a los pueblos, pero que, en realidad, se integran en el orden imperialista, debe ser el partido obrero comunista internacionalista de tipo bolchevique.

O revolución permanente o capitulación permanente

El proceso de la llamada «Turquía sin terror», que comenzó con la ceremonia de abandono de las armas del PKK, significa la liquidación de la lucha del pueblo kurdo por la libertad y la reorganización de los intereses imperialistas en la región. Es tanto una retirada militar como el entierro consciente de las perspectivas revolucionarias y las reivindicaciones democráticas nacionales. La retórica de Erdoğan sobre la «alianza entre turcos, kurdos y árabes» encarna los códigos de la reacción regional y los anhelos imperialistas del Estado capitalista turco en Oriente Medio. La liquidación del PKK, con la aprobación tácita de Estados Unidos e Israel, forma parte de un elaborado plan para aislar al pueblo kurdo y a la clase obrera de la región y sofocar el potencial revolucionario.

La lucha por la libertad de los pueblos oprimidos solo puede triunfar con la dirección revolucionaria internacionalista de la clase obrera. A la traición del PKK, opongamos una lucha unida, organizada y revolucionaria. Esta lucha es el camino hacia la liberación no solo del pueblo kurdo, sino de todos los trabajadores de Turquía y Oriente Medio.

La libertad y la igualdad no se alcanzarán mediante acuerdos y concesiones al sistema capitalista nacional y al orden imperialista mundial, sino con las armas del poder revolucionario de la clase obrera y de los demás trabajadores. Nuestra responsabilidad histórica, como comunistas internacionalistas, es organizar esta lucha reviviendo el programa de la Liga de los Comunistas, del Consejo General de la Asociación Internacional de Trabajadores y de la Internacional Comunista de la época de Lenin y Trotsky.

18 de julio de 2025