La clase obrera levanta la cabeza en Irán

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Del 28 de diciembre al 5 de enero, decenas de miles de trabajadores y jóvenes se manifestaron por las calles en muchas ciudades de Irán, a pesar de los importantes riesgos que ello significa. Obreros, empleados, desempleados, campesinos y estudiantes reclamaban una mejora de su situación económica y  desafiaban con ello al régimen despótico de la burguesía islamista.

El régimen de la contrarrevolución de 1979-1981

En 1978 comenzó en Irán una revolución proletaria. Derribó el régimen despótico del sah Mohammad Reza Pahlavi, que era un pilar del orden norteamericano en el mundo.  Hubo disturbios desde febrero de 1978 en las grandes ciudades. El Sah los reprimió violentamente con la ayuda del ejército, cuya base estaba compuesta por reclutas [conscriptos]. El 10 de octubre de 1978, la refinería de Abadán se declaró en huelga. La dinastía se derrumbó cuando la clase obrera inició una huelga general en noviembre de 1978, cuando los kurdos se sublevaron el 1 de febrero de 1979, cuando algunos regimientos se pasaron al lado del pueblo, en Teherán, el 9 de febrero de 1979. Algunas organizaciones guerrilleras (Poki, Komala, Fedayines, Muyahidines …) distribuyeron armas tanto en Kurdistán como en la capital y se enfrentaron a las tropas leales a la monarquía.

Durante algunas semanas se impuso la libertad de expresión y surgieron consejos obreros (shoras) en las grandes empresas. Pero la clase obrera era una minoría social y no había un partido obrero revolucionario que interviniera en los shoras y los desarrollara. En la década precedente, las corrientes centristas que habían roto con el partido reformista Tudeh[1], al orientarse hacia el guerrillerismo también le dieron la espalda a la clase obrera. En 1978, los Fedayines, Peykar y Komala, sin saberlo, estaban más cerca del Partido Socialista Revolucionario de 1917 que del Partido Bolchevique.

Para bloquear la revolución, la burguesía local, con el apoyo del imperialismo francés,  jugó la carta de un líder religioso, el ayatolá Ruhollah Musavi Jomeini, que regresó de Francia el 1 de febrero de 1979 en un avión especial fletado por el gobierno francés. De hecho, ésta fue la única fuerza significativa y organizada de la burguesía que se mantuvo en pie después de que el movimiento de masas derrocara al Sah, cuando el primer ministro Bakhtiar, designado de urgencia, se demostraba demasiado débil para contener la revolución. El clero musulmán chiita siempre se ha opuesto a la modernización del país. La reacción islamista jugó un papel auxiliar en el golpe militar de 1953 que derrocó al nacionalista burgués Mosaddeq y restauró la monarquía. La monarquía reprimió violentamente a la clase obrera, los estudiantes y las minorías nacionales con el apoyo de los Estados Unidos. Jomeini y otros clérigos chiitas se opusieron a la «revolución» blanca del Sah porque inició una reforma agraria, privilegiaba a la industria y a la banca a expensas del comercio y la usura, avanzaba hacia el igualdad legal de las mujeres y elogiaba la continuidad histórica que se remonta a la antigüedad (antes de la islamización de Persia).

Desde 1978, la organización guerrillera clerical Muyahidines se postró ante los ayatolás. La mayoría del movimiento obrero, en nombre de la «revolución por etapas» y el «frente único antiimperialista», puso a los explotados y oprimidos subordinados bajo una fracción de la  burguesía nacional. El partido vinculado a la burocracia de la URSS (Tudeh), o las organizaciones castristas o maoístas (Fedayines, Peykar) y un grupo seudotrotskista (HKE) presentaron a Jomeini como un»progresista» y «antiimperialista».

Los hechos fueron que Jomeini tomó la jefatura del estado burgués y salvó el capitalismo iraní. Los ayatolás aglomeraron en contra de la revolución social al clero chiita, la burguesía comercial, el ejército de la monarquía, los terratenientes, el lumpen de los barrios pobres, los pequeños agricultores y a una minoría de estudiantes. Sus bandas fascistas (los hezbollahi) agredían a las organizaciones que se reclamaban del socialismo, desarmaron a las masas, cerraron las universidades durante dos años, aplastaron una por una las fuerzas sociales revolucionarias: a las mujeres que se resistían a la obligación de llevar el velo, a los estudiantes que se se habían opuesto al Sah, al proletariado minoritario en el país y sin dirección, a las minorías nacionales en revuelta (kurdos, árabes, turcomanos …). El «partido de Dios» [Hezbollah] prohibió y destruyó todas y cada una de las organizaciones del movimiento obrero. Nunca se formó un frente único obrero  que se opusiera al  islamofascismo.

En marzo de 1979, el Partido de la República islámica organizó un referéndum (sin voto secreto) para aprobar la «República Islámica». Ganó con un 99,7% de votos a favor (los Muyahidín, y Tudeh pidieron el voto de «sí»). En abril, Jomeini alaba al ejército; en junio, proclama una amnistía para los militares y la policía; en julio, prohíbe presentar querellas contra ellos; en agosto, implanta la censura (con la aprobación de Tudeh). Para dar una apariencia antiimperialista, Jomeini, el 4 de noviembre de 1979, envía a los «estudiantes islamistas» a ocupar durante 444 días la embajada de los Estados Unidos. Esta operación era una distracción, puramente simbólica, frente a la guerra revolucionaria de Vietnam e incluso frente a las medidas reales tomadas por Nasser o Mosaddeq. Sin embargo, los cretinos de todo tipo aplaudían a los clérigos iraníes mientras ellos dirigían la contrarrevolución: el filósofo francés Foucault, Arafat, el jefe de la OLP, los partidos estalinistas en todo el mundo, los revisionistas del trotskismo (especialmente el SWP americano y el WRP británico).

Jomeini desconfiaba del ejército heredado del Sah. En mayo de 1979 creó los Pasdarán (guardianes de la «revolución» islàmica) y en noviembre de 1979 el Basij (movilización). En el seno de la coalición islamista, los ayatolás, que tenían gran popularidad y bandas armadas fanáticas, superaron a sus rivales civiles. Bazargan es eliminado en noviembre de 1979, Banisadr es expulsado en junio de 1981 a pesar del apoyo proporcionado por el MEK (Muyahidines).

Los días 2 y 3 de diciembre de 1979, un referéndum refrendó la constitución elaborada por los ayatolás (98% de los votos). Los barbudos con turbante afirman haber creado un Estado basado en su dios. Como este dios apenas se expresa, las cumbres religiosas predominan sobre los ciudadanos vulgares.

  • La institución principal es el «guía». Está designado por una «asamblea de expertos» compuesta por 86 líderes religiosos.
  • El «Consejo de Guardianes» verifica la conformidad de las leyes con la religión islámica y clasifica las candidaturas para las elecciones legislativas y las elecciones presidenciales. Los 12 guardias son elegidos por el guía.
  • El «presidente» es responsable de gobernar bajo la autoridad del guía. Es elegido por sufragio universal por cuatro años.
  • Una «Asamblea Consultiva Islámica» es el parlamento (Majlis) que vota el presupuesto y otras leyes bajo el control del Consejo de Guardianes. Está compuesto por 5 representantes de minorías confesionales admitidas y 285 diputados elegidos por sufragio universal.

La agresión militar de Irak en septiembre de 1980, alentada por las potencias imperialistas occidentales, consolidó el régimen clerical y contrarrevolucionario que se presentaba como un defensor de la patria. Irán adquirió armas de la URSS, de Corea del Norte, de China y, ocultándoselo a su población, de los Estados Unidos (el «gran Satanás» en la retórica islamista de entonces) así como de Israel («la madre de Satanás»).

El régimen totalitario asesinó entre 1981 y 1985 a 8000 oponentes, por lo menos. En julio de 1988, cuando se firmó el armisticio con Irak, se ejecutó en cuatro semanas a 2.800 prisioneros, en su mayoría militantes del movimiento obrero (HKS, Komala, fedayines, Peykar, Tudeh …).

Hoy en día, algunas corrientes que se reivindican trotskistas (LOI Argentina, CWG de Nueva Zelanda, SWP de Gran Bretaña, RKOB de Austria, IS deArgentina …) todavía creen que los islamistas son antiimperialistas, incluso revolucionarios. El balance general de la contrarrevolución islámica en Irán es que, en los países dominados, los líderes religiosos son capaces de movilizar el lumpen fanatizado para aplastar físicamente al proletariado y las minorías nacionales.

En este sentido, el islamismo presta el mayor servicio al sistema imperialista mundial. La evolución posterior de la República Islámica confirma la teoría de la revolución permanente formulada a partir de la experiencia de la revolución rusa y china en la época imperialista: ninguna fracción de la burguesía de los países oprimidos es capaz de combatir con eficacia a las potencias imperialistas.

Las contradicciones de la dictadura de la burguesía islamista empeoran

En 1978-1981, el islamofascismo utilizó un lenguaje antiimperialista e incluso igualitario. Pero las clases bajas que seguían al clero ha sido estafadas y el país sigue sujeto al capitalismo mundial.

En 1979, la burguesía nacional permaneció en su sitio. Las empresas de la familia del Sah y los capitalistas que habían huido con él fueron nacionalizadas. Surgieron nuevos actores capitalistas, especialmente fundaciones religiosas con contabilidad opaca, subsidiadas por el Estado y que escapan a todos los impuestos. Las instituciones religiosas (incluida el Guía Supremo y los Pasdarán) son verdaderos grupos capitalistas que producen y venden armamento, energía, telecomunicaciones, química, productos agrícolas. Como resultado, las desigualdades en renta y patrimonio se acentúan.

Gracias a la renta petrolera, el Estado burgués financia un aparato pletórico que ofrece empleos (funcionarios, Pasdarán, Basij) a una parte de los desclasados urbanos y campesinos arruinados. También sirve para subvencionar los combustibles y alimentos básicos.

La continua presión de los EE. UU. a pesar del acuerdo de 2015, la persistente debilidad de la industria y la agricultura, el descenso de los precios internacionales del petróleo y el gas natural en 2014, están poniendo al sistema en dificultades económicas, políticas e ideológicas. Los asalariados son víctimas de las privatizaciones, la subcontratación, la precarización del empleo y de la prohibición de los sindicatos y las huelgas. Los pequeños agricultores están arruinados por la concentración de tierras y la crisis ambiental. Los pequeños comerciantes compiten con los nuevos centros comerciales. Los jóvenes de ambos sexos están más instruidos que en otros países de la región, pero por eso mismo aspiran más a tener un empleo, a la libertad de expresión y a acabar con el apartheid sexual. Las mujeres rechazan cada vez más la humillación instituida y la policía de la moral. Las clases explotadas y semiexplotadas están experimentando el desempleo masivo, una alta inflación, el incremento de los alquileres …

El Estado iraní hizo concesiones en su programa nuclear en 2015. A cambio, esperaba que las potencias imperialistas firmantes del acuerdo conjunto (Estados Unidos, China, Francia, Gran Bretaña y Rusia -equipados con un arsenal de destrucción masiva y Alemania) levantaran las sanciones económicas. Tales sanciones no existen contra Israel o Pakistán, dos aliados de los Estados Unidos que tienen armas nucleares. El gobierno esperaba que los grupos capitalistas internacionales invirtieran en Irán, pero  éstos chocan con la burocracia administrativa y la incertidumbre que alimenta el gobierno de los Estados Unidos.

Las intervenciones en la región (Líbano, Irak, Siria, Yemen …) se hacen bajo el control del guía y el cuerpo de los guardianes de la «revolución» (Pasdarán). Los éxitos diplomáticos y militares son espectaculares y halagan el sentimiento nacional, pero son muy costosos para un país que en muchos aspectos sigue subdesarrollado. Otro revés es que la pretensión inicial del régimen teocrático para ponerse a la cabeza de todos los musulmanes del mundo se ha reducido a la defensa de los chiitas, muy minoritarios en el Islam.

Las cúspides del Estado y la burguesía iraní están divididas tanto en el terreno de la política internacional como el de la política interna. Esta división causó la desaparición del partido único (el Partido de la «Revolución» Islámica) en 1987. Salió a la luz tan pronto como Jomeini murió en 1989.

  • Los «conservadores» en torno al guía supremo (Alí Jamenei, 78 años, designado para suceder a Jomeini en 1989) se niegan a hacer concesiones democráticas porque temen que las masas aprovechen la brecha para derrocar la República Islámica.
  • Los «reformadores» en torno a Presidente (Hassan Rouhani, de 69 años, elegido en 2013, reelegido en 2017) tratan de negociar con las burguesías imperialistas para que sus inversiones impulsen la economía nacional y evitar de ese modo el cuestionamiento de la República Islámica.

En el verano de 2009, los «reformadores» lanzaron una ola de protestas masivas (llamada movimiento verde) tras la reelección del presidente «conservador» Ahmadineyad. Muchos jóvenes y mujeres participaron en las manifestaciones en las grandes ciudades. Aunque violentamente reprimidas (más de 150 muertos), inauguraron un ciclo de levantamientos populares en la región contra los regímenes falsamente antiimperialistas y realmente despóticos (Túnez a finales de 2010, Egipto a principios de 2011 y Siria en la primavera de 2011, etc.).

Sin embargo, no hay que sobreestimar la homogeneidad interna de cada uno de los polos ni las diferencias entre ellos: todos han nacido de la contrarrevolución de 1979-1981. Las dos camarillas son capitalistas; ambas quieren defender al capitalismo iraní contra las amenazas extranjeras; ambas defienden la «teocracia» (despotismo clerical); ambas están de acuerdo en oprimir y reprimir a los obreros, los estudiantes, las mujeres, los kurdos; ambas coinciden con relación a las privatizaciones y las restricciones del gasto social.

Los presupuestos del Estado para 2018 desencadenan una protesta popular

Aunque todos los medios de comunicación están en manos del régimen, la división de la burguesía islámica y los ataques recíprocos permiten que la gente sepa que todas las fracciones se enriquecen y son corruptos, mientras que el empobrecimiento de las trabajadoras y los trabajadores empeora.

Este movimiento nacional espontáneo ha venido preparado por meses de discusiones en las redes sociales sobre las crecientes desigualdades, por las protestas dispersas de los campesinos contra las consecuencias de la sequía, por decenas de huelgas y  manifestaciones de asalariados contra el atraso de los pagos y os despidos, por la rebelión de algunas mujeres y jóvenes contra el yugo de los fanáticos religiosos.
La división de la burguesía islámica y el debilitamiento de su control sobre los trabajadores independientes, los directivos, los funcionarios y los desclasados ha permitido a los manifestantes de finales de 2017 y principios de 2018 atreverse a salir a las calles colectivamente y atacar al régimen en su totalidad.

  • En diciembre de 2017, al presentar el proyecto de presupuestos 2018, Rohani revela el monto de las subvenciones descomunales pagadas a las fundaciones religiosas. Los «reformadores» intentan desviar el descontento popular porque este presupuesto elimina los subsidios básicos a los alimentos (en particular los huevos) y la gasolina, y reduce a la mitad las ayudas sociales que se pagan a los pobres.
  • En respuesta, las múltiples sociedades de producción y sitios web vinculados a los Pasdarán atacan la austeridad del gobierno. El 28 de diciembre, el ayatolá «conservador» Alomolhoda impulsa en Mashhad, la segunda ciudad más grande de Irán, una manifestación de 200 mujeres con chador contra la carestía de la vida y contra el presidente Rohani.

Rápidamente, en Mashhad, la multitud de trabajadores, desempleados y jóvenes desborda el cortejo y lanza consignas contra el régimen, el guía supremo y la ayuda al extranjero. Igual pasa en Racht. Las manifestaciones, los días siguientes, se extienden a todo el país y afectan a más de 80 ciudades.

La novedad de las manifestaciones del invierno 2017-2018 es que:

  • escapan a todas las fracciones del régimen;
  • afectan también a las ciudades pequeñas (que generalmente votan por candidatos «conservadores»);
  • son más populares (junto con los estudiantes, predominan los obreros, empleados, desempleados, campesinos empobrecidos …);
  • las reivindicaciones no son solo políticas sino también sociales.

De acuerdo con la página web británica Hopi, las consignas a favor de la restauración monárquica, facilitadas por la destrucción del movimiento obrero, son poco frecuentes y, a menudo contrarrestadas por otras consignas que rechazan tanto a la monarquía como la la teocracia (Yassamine Mather, Protests by impoverished, hungry Iranians, 2 janvier 2018). En cambio, parece que el descontento a menudo se dirige contra los gastos en el extranjero, sobre todo en Palestina (la Franja de Gaza controlada por el partido islamista sunita Hamas), en el Líbano (el partido islamista chiita Hezbolá y sus actividades sociales y militares) y en Siria (operaciones militares de Pasdarán, del Hezbollah libanés, las milicias chiitas que han salvado el régimen de Assad).

El presidente Trump ha prohibido a los iraníes viajar a los Estados Unidos. Estados Unidos, Israel y Arabia Saudita compiten en el oeste de Asia con Rusia, Turquía e Irán. En los últimos meses han aumentado las amenazas contra Irán. El apoyo abierto de Trump y Netanyahu a las manifestaciones las debilitan (todo el mundo en Irán sabe que el imperialismo es capaz de destruir Estados en detrimento de la población) y fortalece al sistema (todas su alas y los medios de comunicación  han denunciado las interferencias extranjeras). Los gobiernos europeos, que quieren aprovechar la apertura del capitalismo iraní a sus capitales, son más prudentes. Rusia y China apoyan al régimen.

El gobierno censura las redes sociales. La represión se apoya esencialmente en la policía dirigida por el gobierno (y menos que en 2009, en los Pasdarán y los Basij, que están  bajo las órdenes del guía). Ha habido 22 muertos y 3,700 detenidos. La represión llevada a cabo por los «reformadores» se completa con las contramanifestaciones masivas organizadas por los «conservadores». Las últimas protestas ha sucedido la noche del 4 al 5 de enero.

El líder de los guardias (Pasdarán), el general Jafari, ha anunciado el «fin de la sedición». El presidente Rohani le enseña a la burguesía nacional (islamista o no) y al mundo que sabe cómo reprimir y restablecer el orden. A las masas, les promete que tendrá en cuenta sus preocupaciones. Pero no puede satisfacer las aspiraciones económicas y políticas de las masas explotadas, en formación o excluidas de la producción.

Por el derrocamiento de la república islámica, por el gobierno obrero y campesino

Para que la próxima ola sea victoriosa, para que logre arrancar las reivindicaciones y  acabar con el régimen islámico, no sólo será necesario que de la espalda a las dos fracciones del régimen, sino también que se proteja tanto contra las agencias de las potencias imperialistas occidentales como  de los monárquicos y los islamistas rivales (Muyahidines). La liquidación de la burguesía islamista por la revolución socialista sería un golpe a las burguesías vecinas, al sionismo, a toda la reacción islamista, al imperialismo mundial.

El movimiento obrero es débil, pero está activo en el exilio, en las empresas y universidades. Puede tomar la iniciativa en la lucha de los oprimidos y explotados si extrae las lecciones de las traiciones y errores cometidos, durante la revolución de 1978, por el Tudeh y los fedayines (una fracción se unió al Tudeh): No confiar en ningún ala de la burguesía iraní. Hasta donde sabemos, en su momento sólo el Partido Socialista de los Trabajadores (HKS), la organización guerrillera kurda Komala y los Fedayin (minoría) entendieron, por experiencia, que el islamismo era contrarrevolucionario.

Pero también debemos aprender de los errores cometidos en el exilio por el HKI y el HKKI (ambos nacidos en Komala): no debemos confiar en ninguna burguesía imperialista (ni del oeste ni del este). Esos partidos, el Partido Comunista de Irán (HKI) y el Partido Comunista Obrero de Irán (HKKI) substituyen el internacionalismo proletario con llamamientos a la burguesía (incluida la imperialista) para presionar al régimen islamista.

Por eso, el HKI y el HKKI exigen que la OIT expulse a la República Islámica. La OIT no es una organización sindical, sino una organización internacional burguesa, una institución de las Naciones Unidas que reúne a los gobiernos, los empleadores y los burócratas sindicales de todos los países.

En la misma línea, el HKKI llama a «la gente del mundo» (?) a «presionar a los gobiernos europeos para que dejen de hacer concesiones a la República Islámica, rompan las relaciones diplomáticas y cierren sus embajadas» (WCPI [HKKI en inglés], To the People of the World, 31 de diciembre de 2017).

Irán sigue siendo un país dominado. Confiar en una burguesía dominante es aún más peligroso que confiar en la burguesía de un país dominado. El proletariado iraní no tiene nada que ganar con las sanciones imperialistas (diplomáticas, económicas o militares) contra la «República Islámica». Esto fortalece al régimen.

El aliado del proletariado de Irán es el proletariado internacional. El movimiento obrero en Irán debe recurrir a las otras organizaciones obreras del mundo para obtener:

  • ¡Solidaridad con las trabajadoras y los trabajadores de Irán, liberación de todos los presos!
  • ¡Libertades democráticas, derecho de las trabajadoras y los trabajadores de todo Irán a organizarse en sindicatos y partidos, derecho de publicación, de reunión, de huelga, de manifestación!
  • ¡Levantamiento de todas las sanciones europeas y estadounidenses contra Irán! ¡Derecho para Irán a desarrollar un programa nuclear!
  • ¡Libertad de circulación para los trabajadores y estudiantes iraníes!

En Irán, el HKKI no plantea jamás una perspectiva de revolución socialista, de Estado obrero, de gobierno obrero y campesino. No se pronuncia sobre qué debe substituir a la «República Islámica» burguesa, aunque es obvio que serán el proletariado y las clases semi-explotadas quienes lo derrocarán al precio de su sangre.

La única forma de beneficiarse de la experiencia de la lucha de clases en Irán y en el mundo es creando lo antes posible una organización comunista e internacionalista para agrupar a la vanguardia en el exilio y en el interior del país. El propósito de esta organización de debate y de combate será luchar con las masas para construir un partido obrero revolucionario, en relación con la construcción de la internacional obrera revolucionaria, basado en el programa de la Liga de los Comunistas, de la izquierda de Zimmerwald, de la Internacional Comunista, de la IV Internacional.

  • ¡Libertad para todos los manifestantes y sindicalistas presos!
  • ¡Libertades democráticas, República laica establecida por una asamblea constituyente democrática!
    • ¡Separación completa entre el clero y el Estado! ¡No a la financiación pública de las instituciones religiosas!
  • ¡Igualdad total de mujeres y hombres, fin de la persecución de homosexuales y lesbianas!
    • ¡Derecho de las minorías nacionales a la autodeterminación!
  • ¡Pago de los salarios atrasados, aumento de salarios, indexación de salarios respecto a los precios!
  • ¡Fuera la religión de la escuela! ¡Enseñanza pública universal, gratuita y laica!
  • ¡Sanidad gratuita y de calidad para todos!
  • ¡Defensa de las manifestaciones y huelgas! ¡Disolución de los Pasdarán, los Basij, el ejército y la policía!
  • ¡Subsidio para todos los desempleados, contratación masiva mediante un plan de grandes obras! ¡Expropiación bajo control obrero y campesino de las grandes explotaciones agrícolas y grupos capitalistas, incluidos los camuflados como organizaciones caritativas!
  • ¡Consejos obreros y populares, Gobierno de los trabajadores basados en los shoras!
  • ¡Federación socialista de Asia occidental y central!

12 de enero de 2018

CoReP & PD / Turquía

Traducción por el IKC / Estado Español

[1]     Partido de masas vinculado a la burocracia de la URSS,  en la misma orla que los PC’s europeos.