Sobre los partidos obreros burgueses y el voto al PS

  • La declaración sobre el 1º de mayo y la posición electoral del GB-CCI-(t) considera que “No sólo el FN sino también UMP expresan un giro reaccionario de la burguesía” y lanza como su consigna central ante la segunda vuelta electoral “Inflingir una derrota a la burguesía echando a Sarkozy”, argumentando que “Cuando la crisis mundial del capitalismo se profundiza con sus devastadoras consecuencias (10% de paro, pérdida del poder adquisitivo de los salarios, desmantelamiento de los servicios públicos…), la burguesía francesa que cada vez pierde más terreno ante sus competidores, sabe que debe preparar una nueva ofensiva mucho más dura. En esta situación, la derrota de Sarkozy sería una derrota de la burguesía francesa que daría confianza en sus fuerzas a la clase obrera y a la juventud. Para lograrlo, vota al candidato del PS, Hollande, pero sin ningún apoyo a su programa pues las reivindicaciones obreras cada vez más urgentes son completamente incompatibles con su programa.”

En otra parte de su declaración considera a Hollande como el más importante “candidato del movimiento obrero”. Con estas declaraciones el GB-CCI-(t) contribuye a engañar a los trabajadores, cuando lo que un partido que se considere marxista revolucionario debería hacer es advertir a los trabajadores que -como lo demuestra su programa- es falso que Hollande sea un candidato del movimiento obrero, y que en realidad Hollande es uno de los principales candidatos de la burguesía, y el PS es uno de los pilares del régimen burgués imperialista francés. Que cómo lo demuestra la actitud de otros partidos de Europa, como el PSOE y el PASOK, frente a la crisis capitalista, los “socialistas” son los más grandes defensores del orden burgués aplicando las políticas antiobreras exigidas por la burguesía. Que Hollande y el PS no harán otra cosa en Francia. Que votando por Hollande se podrá derrotar a Sarkozy, pero que eso no significará una derrota para la burguesía, sino sólo un cambio del personal político del estado, que igualmente defenderá sus intereses de clase.

Hacer creer a los trabajadores que Hollande es incapaz de llevar a cabo una nueva ofensiva mucho más dura contra los trabajadores, es ayudar a generar ilusiones en el PS y echar tierra a los ojos de los trabajadores. Se trata de una política oportunista, que no tiene nada que ver con ninguna tradición ni antecedente táctico leninista o trotskista.

Insólitamente llaman a votar por Hollande sin apoyar su programa “pues la reivindicaciones obreras cada vez más urgentes son completamente incompatibles con su programa”. No pueden llamar a las cosas por su nombre, diciendo que su programa es netamente burgués, ya que en ese caso resultaría todavía más evidente la incongruencia de su política: ¡votar a un candidato burgués con un programa burgués para derrotar a la burguesía!

El mal menor

En realidad la política del GB-CCI-(t) se inscribe en la línea reformista de apoyar al “mal menor” dentro de los candidatos burgueses, ya que Hollande promete aplicar una política keynesiana que ayude al crecimiento, contra la política de ajuste impulsada por el bloque Merkel-Sarkozy.

“La socialdemocracia apoya a Brüning, vota por él, asume la responsabilidad de su política ante las masas basándose en la afirmación de que el gobierno de Brüning es un “mal menor”… “Nosotros, como marxistas, consideramos tanto a Brüning y a Hitler como a Braun como los representantes de un único y mismo sistema. El problema de saber cuál de entre ellos es un mal menor carece de sentido, porque su sistema, contra el cual luchamos nosotros, necesita de todos sus elementos.”(León Trotsky, La lucha contra el fascismo en Alemania).

Si estos “elementos” estuvieran en conflicto como lo estuvieron en su momento la SD alemana y Hitler, el partido del proletariado podría tener una política para utilizar ese conflicto en interés de la revolución, como hizo Trotsky proponiendo la política del frente único del PC y el PSD. Pero aún así, bajo ninguna condición esa utilización implicaría un apoyo político a ningún partido burgués. Pero entre Hollande y la burguesía imperialista francesa no hay ningún conflicto. Y sin embargo el GB-CCI-(t) llama a votar por uno de los principales candidatos de la burguesía, comprometiéndose políticamente ante las masas, con su apoyo crítico a Hollande.

Una discusión necesaria

Durante la visita a nuestro partido de dos miembros del buró político del CoReP, hemos tenido la ocasión de continuar la discusión sobre el carácter actual de los llamados “partidos obrero-burgueses”, planteada en un intercambio de cartas desde el inicio de nuestra relación política. La discusión tuvo su origen en relación con la táctica electoral del GB en las elecciones francesas de 2007. Pero la discusión propuesta por nosotros no se limitaba a si era o no correcta la aplicación de una táctica, sino que planteaba la cuestión de si el PSF era todavía un partido obrero-burgués, o se había transformado en un partido burgués “normal” como cualquier otro.

En esta carta queremos retomar aquella discusión y polemizar acerca del carácter de clase del PS y la posición adoptada en común por el GB y el CCI-(t) ante la segunda vuelta electoral en Francia.

Durante la segunda vuelta electoral del 2007, el GB llamaba a votar al PS diciendo que se trataba de un voto de clase contra la burguesía. En la primera vuelta electoral de 2012, el GB llamó a votar “contra los partidos de la clase dominante” y por los partidos “que provienen de la clase obrera” incluyendo obviamente en primer lugar al PS, ¡como si el PS no fuera uno de los principales partidos de la clase burguesa dominante! En la declaración conjunta del GB-CCI-(t) para el 1º de mayo propone votar por Hollande sin apoyar su programa.

Cómo definir el carácter de clase de un partido

Para cualquier marxista resulta básico que la primera delimitación elemental para distinguir el carácter de clase de un partido es su programa.

Los partidos burgueses basan su programa en la defensa abierta de la propiedad privada de los medios de producción, mientras que los partidos obreros plantean su socialización.

Los partidos obreros reformistas planteaban la socialización de los medios de producción como programa máximo, aunque en su política práctica nunca pasaban del programa mínimo de reformas. Esta es una primera distinción elemental desde el punto de vista del programa. “La socialdemocracia clásica, que operaba en una época de capitalismo progresivo, dividió su programa en dos partes independientes una de otra, el programa mínimo, que se limitaba a reformas en el marco de la sociedad burguesa, y el programa máximo, que prometía la sustitución del capitalismo por el socialismo en un futuro indeterminado. Entre el programa mínimo y el máximo no había ningún puente. Y, realmente, la socialdemocracia no necesita tal puente, ya que la palabra “socialismo” le sirve sólo para las arengas domingueras.” (Programa de Transición).

Desde el punto de vista de la estrategia, un partido obrero reformista se distingue de uno revolucionario, porque el primero rechaza la dictadura del proletariado como vía para la instauración del socialismo, y propone en su lugar la lucha por las reformas parciales por la vía electoral y del parlamentarismo en el marco del régimen burgués.

Por supuesto que la adhesión a un programa revolucionario es una condición necesaria pero no suficiente para caracterizar a un partido como tal. El oportunismo puede hacer un reconocimiento formal del programa revolucionario, mientras que en su conducta política tiende a la conciliación con la burguesía, e introduce por medio de la propaganda la ideología burguesa en la conciencia del proletariado. A su vez el centrismo y el izquierdismo (o ultraizquierdismo) reflejan políticamente, ideológicamente y socialmente a la pequeñoburguesía.

La primera guerra mundial y posteriormente la revolución rusa de Octubre de 1917 dividió definitivamente a los partidos que integraban la II Internacional, dando lugar a la fundación de la III Internacional que reivindicaba la dictadura del proletariado, mientras que los partidos que apoyaron a sus burguesías en la guerra y se oponían a la dictadura del proletariado fueron caracterizados por Lenin y la IC como socialchovinistas y como “partidos obreros burgueses”. Si bien estos últimos se reagruparon y fundaron en 1923 la internacional socialdemócrata (Internacional Obrera Socialista), ya no representaban los intereses del proletariado como clase internacional, sino los intereses de sus respectivas burguesías nacionales, actuando como sus agentes en el seno del movimiento obrero.

Es por esta razón que, si bien en muchos casos se los llamaba “partidos obreros” por su composición social, esta no era su característica principal o determinante. Lo fundamental era que se trataban de un tipo específico de partidos burgueses: partidos burgueses con un programa reformista y base obrera.

Para que no quepan dudas, para demostrar que tanto Lenin como Trotsky afirman esta caracterización, tomamos dos citas referidas a partidos con una base mayoritariamente obrera, aunque de distinto origen.

“Por supuesto, el Partido Laborista, en su mayor parte, está integrado por obreros. Sin embargo, el que un partido sea, o no, un auténtico partido político obrero no depende solamente de si está integrado por obreros, sino también de quién lo dirige y del contenido de su acción y su táctica política. Sólo estos últimos elementos nos permiten determinar si se trata realmente de un partido político proletario. Desde este punto de vista, el único correcto, el Partido Laborista es burgués hasta la médula, pues aunque está integrado por obreros, lo dirigen reaccionarios, que actúan enteramente en el espíritu de la burguesía, que existe para engañar sistemáticamente a los obreros, con la colaboración de los Noske y los Scheidemann ingleses.” (Lenin, OC Tomo XXXI pág 245 y 246, ed. Cartago).

“El partido comunista es un partido proletario, antiburgués, aunque está dirigido en forma errónea. La socialdemocracia es un partido enteramente burgués, dirigido en condiciones normales de forma muy hábil desde el punto de vista de la burguesía; pero este partido no sirve de nada en condiciones de crisis social. Los dirigentes socialdemócratas se ven completamente forzados, incluso contra su voluntad, a admitir el carácter burgués de su partido.” (LT, “La lucha contra el fascismo en Alemania”, pág 96, editorial Fontamara).

El partido obrero-burgués es un partido burgués con un programa socialista-reformista, integrado mayoritariamente por obreros, o con una influencia importante en la clase obrera. En ciertas circunstancias es lícito llamar a votar por partidos obrero-burgueses –como han hecho Lenin y Trotsky- para ayudar a que la clase obrera haga su experiencia con sus dirigentes oportunistas en el poder.

Pero un partido con un programa netamente burgués que ha eliminado toda referencia al socialismo, aunque reciba el apoyo electoral de una parte significativa de los obreros, no es un partido obrero-burgués, sino directamente un partido burgués.

Nosotros pensamos que tanto el PS -como otros partidos socialdemócratas- al igual que el PL inglés, que hace tiempo han abandonado el programa socialista-reformista, se han transformado en partidos burgueses puros y simples, con una composición pequeñobruesa y de la aristocracia obrera.

Cuando planteamos esta cuestión al GB se nos ha preguntado si pensamos que la burguesía no necesita ya de agentes en el seno del movimiento obrero. Pero no es esto lo que decimos. Por supuesto que la burguesía necesita y sigue teniendo agentes en el movimiento obrero. Sólo que ahora, debido al terrible retroceso en la conciencia de la clase obrera, que no tienen como referencia ni siquiera al “socialismo real” de los ex estados obreros burocráticos, estos agentes no necesitan encubrirse con el programa reformista disfrazado de “obrero y socialista”. Les basta con recitar las ventajas de la “tercera vía”: la democracia participativa, la intervención del estado en la economía, y la esperanza de una mejor distribución de las riquezas.

El programa del PS, que anteriormente hacia una referencia difusa al objetivo de alcanzar el socialismo, eliminó esa formulación, reemplazándola por el objetivo no menos difuso y engañoso de bregar por una democracia burguesa “más justa y participativa”. Pero, además del programa netamente burgués del PS, está la política práctica llevada adelante durante sus años de gobierno. Como denuncia correctamente el GB en Revolución Socialista nº 37:

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“La izquierda ha gobernado por 15 años durante los cuales hemos liberalizado la economía y abierto los mercados a las finanzas y las privatizaciones. No hay nada que temer. (The Gaurdian, 13 de febrero de 2012)>>

No se puede caracterizar a un partido como “obrero” por el solo hecho de que lo voten los obreros, ya que si tomáramos este parámetro como principal deberíamos caracterizar como un partido obrero-burgués al Partido Demócrata de EE-UU y llamar a votar por Obama contra el candidato republicano (Siguiendo la “lógica” del GB: ¿cuál es el partido obrero-burgués de EE-UU? ¿o no necesita la burguesía yanky de agentes en el movimiento obrero?).

Tampoco por el hecho de llamarse o autodesignarse “socialista”, ya que en ese caso deberíamos considerar como obrero-burgués al Movimiento Bolivariano de Chávez. En Argentina, la mayoría de los obreros votan a distintas fracciones del peronismo, algunas de las cuales a veces todavía cantan la marcha partidaria que reivindicaba al General Perón como el “primer trabajador” y que estaban “…combatiendo al capital”.

Tampoco se puede apelar simplemente a sus orígenes, ya que el carácter de clase de los partidos obreros no es inmutable.

Una carta del GB respondiendo a nuestras primeras críticas nos da ejemplos de esas mutaciones:

“Los antiguos partidos «comunistas» de los países capitalistas no son más stalinistas hablando con propiedad en la medida donde, bajo la presión de la burguesía mundial, las burocracias en el poder destruyeron los Estados obreros y restauraron el capitalismo. En Europa, nada diferencia más los últimos partidos de masa nacidos del stalinismo de la socialdemocracia tradicional … En cuanto a los partidos únicos que servían de biombo a la burocracia, engendraron toda suerte de partidos: partidos burgueses (incluido fascistoides) o partidos de tipo socialdemócrata …”

“A causa de la potencia de la burguesía y, contradictoriamente, de la lucha del proletariado, la influencia de las burocracias obreras en la clase obrera varía en el curso del tiempo. En estos procesos, pasa a veces que individuos, fracciones de partidos o de sindicatos de un mismo origen obrero y de partidos enteros, desaparecen o abiertamente se unen a la burguesía. La escisión de los “neosocialistas” del PS-SFIO que conoció Trotsky es un ejemplo; más tarde, una fracción del PS-SFIO y una fracción del PCF se volvieron en ángulo recto fascistas a finales de los años 1930. Los casos más recientes en Europa son la fusión de una antigua minoría del Partido Laborista británico (SPD) con el Partido Liberal Democrático en 1988 y la fusión de la antigua mayoría del partido stalinista de Italia (DS) con una fracción del antiguo partido demócrata cristiano (Margherita) para fundar el Partido Democrático en 2007”.

A confesión de parte, relevo de prueba

En el punto 4 de la declaración conjunta del 8 de abril, llamando a la construcción de un partido obrero revolucionario y de la internacional obrera revolucionaria, el GB-CCI-(t) han escrito:

4 / La relación entre la clase obrera y los viejos partidos reformistas han cambiadoLos lazos de la socialdemocracia y la clase obrera se han debilitado. Después de la destrucción de la Segunda Internacional por su apoyo a la «unión sagrada», salvó al capitalismo al final de la Primera Guerra Mundial y aisló la revolución triunfante en Rusia, después de la quiebra ante el fascismo, después de la reconstrucción con los estalinistas del Estado burgués en Italia y Francia, después de dirigir las guerras coloniales, participar en los gobiernos burgueses que imponen austeridad, privatización y destruir las conquistas sociales. La reintroducción del capitalismo en la URSS y China que había restaurado el capitalismo mundial le dio un impulso temporal en la década de 1990 al mismo tiempo que ha reforzado la adhesión de la aristocracia obrera y la burguesía en los países imperialistas. La socialdemocracia se apoya en esta capa y se hace así directa y abiertamente defensora del capitalismo y la burguesía. La llamada «Internacional Socialista», incluye los partidos nacionalistas burgueses, incluso, hasta que se caen, los del déspota Ben Ali de Túnez, el déspota de Costa de Marfil Gbagbo, el déspota Mubarak.

Casi todos los agentes de la burguesía dentro de la clase obrera (laboristas, social-demócratas, ex-estalinista …) no se reclaman más del socialismo desde la restauración del capitalismo en los estados obreros más importantes.

En estas condiciones, la clase obrera tiene muchas menos ilusiones en los partidos reformistas, incluso si sigue votando por ellos. La crisis económica está empujando a los viejos partidos obreros burgueses a la derecha, mientras que la clase obrera busca el camino de la revolución proletaria.Sin embargo, en ausencia del Partido Revolucionario de los Trabajadores, el reformismo surge de las cenizas en forma de nuevas organizaciones, ocupando el lugar abandonado por los viejos partidos reformistas y utilizando un lenguaje que parece más radical que el segundo, engaña a la clase obrera y la juventud mediante la promoción de expectativas en la «distribución de la riqueza», como parte del Estado burgués.”

El GB y el CCI-(t) no pueden sostener que el PS es un partido obrero-burgués apoyándose en una caracterización marxista. Su política electoral choca abiertamente contra su propia descripción de los hechos. Basarse únicamente en que lo votarán una cantidad importante de obreros, o tomar como argumento que proviene de la clase obrera, para llamar a votarlo como si fuera un voto de “clase contra clase”, colocando en segundo plano el carácter burgués de Hollande y el PS, es un grave error oportunista.

CC del PRS/20 de mayo de 2012