Cien años después de la 1ra. Guerra Mundial, solamente la Revolución Proletaria Internacional puede impedir la marcha del capitalismo hacia el abismo

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En 1914, los conflictos entre las potencias imperialistas por el reparto del mundo condujeron a Europa a la catástrofe, provocando 19 millones de muertos de todos los continentes. La única fuerza capaz de impedir o disminuir la carnicería era la clase obrera mundial, que no tenía ningún interés en esa guerra. Los principales partidos de la 2da. Internacional obrera capitularon ante sus respectivas burguesías y no llamaron – contrariamente a las decisiones de la Internacional – a los trabajadores a la lucha revolucionaria para impedir la guerra, sino que los enviaron a la masacre con sus consignas social-patriotas. Sólo una minoría del movimiento obrero, conducida por el Partido Bolchevique, resistió al social-patriotismo, sentando así las bases de la revolución victoriosa de octubre de 1917 en Rusia y de la 3ra. Internacional obrera de marzo de 1919.

El aislamiento de la Revolución Rusa condujo a la toma del poder por la burocracia del Estado, en 1924, en nombre del «socialismo en un solo país», lo que implicó la degeneración de la Internacional Comunista. Al igual que los dirigentes laboristas y socialdemócratas, los dirigentes estalinistas se postraron ante la burguesía y traicionaron la revolución: en China en 1927, en Alemania en 1933, en Francia en 1936, en España en 1936 y 1937…

De la lucha en el seno de la 3ra. Internacional contra el estalinismo, contra el social-patriotismo y el Frente Popular, surge en 1938, la 4ta. Internacional. Pero ésta no llegó nunca a conducir a las masas. Al contrario, su propia dirección abandonó el programa marxista, bajo la presión del estalinismo en su cenit, después de la Segunda Guerra Mundial.

A falta del partido mundial de la revolución socialista, las luchas de la juventud y los trabajadores en los países imperialistas, en los países capitalistas dominados y en los países de economía colectivizada, permanecieron sin dirección revolucionaria. A falta de partido comunista e internacionalista, las burocracias de los Estados obreros degenerados llegaron a aplastar las rebeliones proletarias que las amenazaron a partir de 1953 (en Alemania del Este), se enfrentaron militarmente a partir de 1978 (agresión de Camboya contra Vietnam, de China contra Vietnam) y luego restablecieron el capitalismo a partir de 1989 (en Europa del Este, Rusia, China…).

La mayoría de los partidos nacionalistas burgueses de los países oprimidos y los partidos obreros reformistas renegaron del socialismo (confundido falsamente con la nacionalización parcial de la economía nacional, pues significa la emancipación internacional de los trabajadores por ellos mismos). Los antiguos estalinistas, socialdemócratas y laboristas denuncian los circuitos financieros, como si pudiesen distinguirse del capitalismo en declive. Las direcciones sindicales combaten con todas sus fuerzas la huelga general y se asocian a los ataques capitalistas. Los antiguos jefes de las guerrillas castristas y maoístas se transformaron en gobernantes capitalistas (Brasil, Nepal, Nicaragua, Uruguay…) o en narcotraficantes (Colombia…). En Chile, el Partido «Socialista» y el Partido «Comunista», sin sacar ninguna lección del golpe militar de la burguesía en 1973, gobiernan de nuevo a favor del capitalismo y financian de nuevo al Ejército burgués criminal. En Austria y Alemania, los partidos «Socialistas» administran el capitalismo con los partidos democristianos. En Italia, los estalinistas retirados y los democristianos se fusionaron en el Partido Demócrata, que gobierna actualmente a cuenta de la burguesía. El Partido «Socialista» francés destruye las conquistas sociales anteriores y envía tropas coloniales a Malí y República Centroafricana. El Partido «Comunista» cubano ha comenzado a restaurar el capitalismo. El Partido «Comunista» chino ha devenido el partido de los capitalistas, que prohíbe toda organización independiente de los trabajadores. El Gobierno del Partido «Comunista» de Sudáfrica y del ANC burgués masacró a los mineros en huelga en 2012. El antiguo polpotista Hun Sen hizo tirotear a principios de año a los obreros de la industria textil en Camboya. El Partido “Comunista” Egipcio apoya a la Junta Militar y el Partido “Comunista” Libanés sostiene al “Partido de Dios” (Hezbollah). Las organizaciones centristas, semi-reformistas, no son mejores: la TMI grantista y la “IV Internacional” mandelista han adorado al Coronel Chávez en Venezuela, las dos “IV Internacional” healystas sostienen al burgués torturador Assad en Siria, los SR de Egipto han oscilado entre las dos facciones de la burguesía, los Hermanos Musulmanes y el Estado Mayor del Ejército, tan anti-obreros unos como otros. La UIT y la LIT morenistas aplaudieron el golpe de estado del Ejército egipcio y el golpe de estado en Ucrania, (“una victoria democrática que ilumina el camino a los pueblos del mundo y aterroriza a las clases dominantes…”, LIT – 26 de febrero).

A fines del siglo XX, la burguesía mundial y sus agentes se regocijaron, explicando que el capitalismo era eterno y que toda tentativa de los oprimidos y explotados de derribarlo estaba condenada al fracaso. Pero la realidad es que el capitalismo arruina el medio ambiente, hace sufrir a la humanidad una crisis económica tras otra, alimenta los conflictos religiosos y étnicos, multiplica las fronteras. La putrefacción del capitalismo, las traiciones de estalinismo, la impotencia de las burguesas nacionales de América Latina, Asia y África, produjeron incluso el ascenso del fundamentalismo religioso que divide a los proletarios, y que es partidario de la propiedad privada y del patriarcado (islamista pero también cristiano, budista, hinduista…). Allí donde accedieron al poder (Arabia, Qatar, Irán, Gaza, Egipto, etc), los islamistas pusieron de manifiesto que sabían perseguir a los revolucionarios, a los sindicalistas, a las mujeres, a los jóvenes, a los artistas y a los homosexuales, pero que eran incapaces de garantizar el desarrollo, de acabar con el imperialismo y el sionismo. Partidos racistas (Tea Party, FN, UKIP…) y nazis (Amanecer Dorado, Jobbick, Sovoboda…) reaparecen en las viejas democracias burguesas (Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña…), en los estados dominados de la Unión Europea (Hungría, Grecia…) y los estados resultantes del estallido de la URSS (en Rusia, son tolerados, en Ucrania participan del Gobierno respaldado por Estados Unidos y la Unión Europea).

Europa permanece fraccionada y la Unión Europea se revela vulnerable. Como antes de 1914 y antes de 1939, los bloques imperialistas emergen, uno entre las viejas potencias imperialistas (Estados Unidos, Alemania, Japón…), otro entre los recién llegados que se ven obligados a enfrentar a los primeros para delimitar su propia zona de soberanía (China, Rusia…). Los conflictos militares entre las grandes potencias se desarrollan por intermedio de camarillas en Ucrania, Siria, África Central, Sudán…

En manos de la burguesía, de los propietarios de los medios de producción, las fuerzas productivas tienden a transformarse en fuerzas destructivas. En vez de satisfacer las necesidades, de ampliarlas, de garantizar el progreso, de mejorar la civilización, el régimen de la propiedad privada y del beneficio produce no solamente la explotación sino el desempleo en masa, la pobreza de mil millones de seres humanos, los gastos militares inauditos, el oscurantismo, el clericalismo y el chauvinismo, los desplazamientos poblacionales forzosos, el calentamiento climático, la destrucción irreversible de especies animales y vegetales, la contaminación…

Sin embargo, hay una resistencia mundial al imperialismo y sus crueles consecuencias. La revolución social e internacional de los explotados y oprimidos puede derribar el capitalismo con la insurrección y la expropiación de los grupos capitalistas, salvar el planeta y garantizar la realización de todos y cada uno(a), a través del poder democrático de los Consejos. Para conseguirlo, es necesario que los trabajadores de las ciudades y del campo no confíen más en tal o cual fracción de la burguesía (rusa o norteamericana, civil o militar, laico o clerical, nacional o extranjera…), ni en los «reformistas» y «centristas» que los encasillan en estas falsas disyuntivas y siempre se someten a los explotadores. La vanguardia, a escala mundial y en cada país, debe volver a conectar con el marxismo, agruparse para construir una nueva Internacional comunista y construir en cada Estado un partido obrero revolucionario.

1 de mayo de 2014

Colectivo Revolución Permanente
(Francia, Austria, Perú)