¡Ninguna intervención de los imperialismos occidentales, o de Israel, en Irán y Siria! ¡Fin de las sanciones!

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Los Estados Unidos, la Unión Europea e Israel en guerra larvada contra Irán

Los viejos imperialismos intentan mantener su soberanía sobre Medio Oriente y sus recursos energéticos ante la intrusión creciente de los imperialismos emergentes y a la revolución social que amenaza. Después de haber invadido Irak y Afganistán, después de haber intervenido en Libia, amenazan Irán y Siria. Los Estados Unidos y la Unión Europea acaban de endurecer sus sanciones económicas contra Irán; Obama, Cameron y Sarkozy «no descartan ninguna solución» en su contra. Israel es, probablemente, el responsable de los ataques informáticos contra Irán y de los asesinatos de físicos iraníes; Netanyahou no oculta su intención de bombardear Irán.

Estas amenazas y estos actos de bandidaje recuerdan terriblemente los bombardeos por el Ejército israelí en Irak en1981 y en Siria en 2007, el bloqueo de 1990 a 2003 de la ONU contra Irak que causó cientos de millares de muertes, la invasión de Irak en 1991 decidida por Bush padre, Mitterrand y Major, las repetidas operaciones del Ejército británico y el Ejército norteamericano por órdenes de Clinton y Blair a partir de 1998 y la invasión de Irak en 2003. Bush hijo entonces alegó que Hussein patrocinaba a Al-Qaïda y que Irak poseía «armas de destrucción masiva». En la actualidad, el pretexto de las «sanciones» de la ONU, de los actos de terrorismo israelí y las amenazas militares es que Irán quiere dotarse con el arma nuclear. Ninguna prueba seria apoya esta acusación. El Estado iraní mantiene que no conduce más que un programa nuclear civil y abre sus instalaciones a las inspecciones de la Agencia Internacional de la Energía Atómica.

En cualquier caso, los imperialismos occidentales y el colonizador sionista no tienen ninguna legitimidad para impedir a otro Estado dotarse de cualquier arma. Cuando Irán era dirigido por una dictadura monárquica, instalada en 1953 por un golpe de Estado (fomentado por los servicios secretos norteamericanos y apoyado por los islamistas), dió sus primeros pasos en equipamiento nuclear con la ayuda de los Estados Unidos y luego de Francia. Israel, que está basado en la expulsión de los árabes de Palestina, se dotó con el arma atómica con la ayuda de Francia y luego de los Estados Unidos, con el mayor menosprecio al «derecho internacional». Israel utilizó armas prohibidas durante su última invasión a Gaza en diciembre 2008-janvier 2009. Los grupos capitalistas de armas de los Estados Unidos y de Europa venden en masa medios de destrucción al mundo entero. Los Ejércitos de los Estados Unidos, de Gran Bretaña y Francia están equipados de un gigantesco arsenal nuclear y tienen los medios para utilizarlo a escala planetaria (aviones, misiles, bases, submarinos). Por sí solos, los Estados Unidos pueden destruir el planeta y ya utilizaron el arma nuclear contra Japón en 1945 (200.000 muertos).

Después de Afganistán, Irak y Libia, ¿el turno de Siria?

Nada es más ingrato que una potencia imperialista. Al régimen iraní se le recompensa mal por los servicios que prestó al orden capitalista mundial aplastando la revolución en 1979-1980, privatizando desde 1988 con el beneplásito del FMI… Del mismo modo, no le sirvió para nada al régimen sirio haber amordazado en 1963 a las organizaciones trabajadoras y haber suprimido las huelgas, aplastar la resistencia palestina en Líbano en 1983, sostener la guerra imperialista contra Irak en 1991, comenzar a privatizar el 2000, entregar «terroristas» a los servicios secretos norteamericanos el 2002, participar, con Israel, en la creación de la Unión para el Mediterráneo patrocinada por el imperialismo francés el 2008 (en recompensa, Bachar Al- Assad recibió el 14 de julio en París todos los honores, por Sarkozy).

Los gobiernos occidentales y su aliado sionista se adaptaron a Ben Ali, Moubarak, Kadhafi y Assad mientras
mantuvieron el orden. Pero una ola revolucionaria sacudió África Septentrional y el Asia del Oeste, por lo que se refiere a Irán, Túnez, Argelia, Omán, Arabia, Egipto, Libia, Yemen, Bahrein…

En Siria, cuyo régimen combina con Irán, todo comienza en marzo de 2011, cuando, en Deraa, se detiene a 15 adolescentes por haber inscrito sobre las paredes de la ciudad: «el pueblo quiere la caída del régimen». Las manifestaciones se repiten en Deraa y se extienden a todo el país. El Baas y Assad se revelan incapaces, como antes el RCD y Ben Ali, el PND y Moubarak, los «Comités Revolucionarios» y Kadhafi, de mantener el orden ante la rebelión de juventud y los trabajadores.

A pesar de los llamados de Israel a sostener a Moubarak y Assad, y aleccionados por el ejemplo de Túnez, los gobiernos de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Alemania consideran, así como Turquía que vuelve también a su lugar, que es mejor que Assad se vaya. Contra el riesgo de una revolución social, los Estados Unidos y la Unión Europea apuestan, como en Egipto, en Libia y en Túnez, a los partidos islamistas. Con Turquía, preparan una solución burguesa, el Consejo Nacional Sirio, tan reaccionario como el CNT libio. El principal componente del CNS es el islamismo. No reconoce los derechos de los kurdos. Pide a las masas dejarse destrozar por el Ejército. Apoya la propuesta de «zonas protegidas por la ONU», un método ya utilizado contra Irak y Libia para preparar intervenciones imperialistas.

Assad se niega a ceder. Redobla la represión con el Ejército burgués, la policía política y las milicias del Baas que causan en total 5.000 muertes (tiros sobre los civiles, bombardeos de barrios enteros, detenciones y ejecuciones incluso en los hospitales, torturas…). Apuesta a la ayuda del Irán vecino, al apoyo de China y Rusia que tienen derecho de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU.

La exacerbación de las rivalidades imperialistas en Medio Oriente

Rusia y China bloquearon en la ONU toda intervención militar en Siria y rechazaron las nuevas sanciones contra Irán, que los Estados Unidos, Alemania, Francia y Gran Bretaña pretenden imponer al mundo entero en los ámbitos bancarios y energéticos.

La unidad entre potencias occidentales es sólo de fachada. El estallido de Yugoslavia (en 7 minúsculos estados, todos bajo dominio de un imperialismo) fue atizado por la rivalidad entre Alemania y Francia, entre la Unión Europea y Rusia. Las intervenciones norteamericanas anteriores en Asia del Oeste siempre han tenido por objeto mantener la soberanía de los Estados Unidos y garantizar su suministro de petróleo y gas en detrimento de los otros imperialismos. De ahí la negativa de Francia, Alemania y Rusia a asociarse a la segunda intervención en Irak el 2003. Francia intentó consolidar su posición en África Septentrional y en Medio Oriente poniendo en marcha el 2007 el proyecto Unión para el Mediterráneo; pero Alemania impuso el 2008 que toda la Unión Europea sea parte involucrada. Sarkozy intentó hacer olvidar su apoyo tardío a Ben Ali tomando la iniciativa para expulsar a Kadhafi en cuanto la ocasión se hubo presentado el 2011, pero no pudo olvidar al Ejército norteamericano para instalar al CNT en el poder. Italia, España y Bélgica acaban de obligar a la Unión Europea a diferir el embargo de petróleo iraní. A las rivalidades de los viejos imperialismos en su «Oriente Próximo» se añaden las de los recién llegados, en particular del imperialismo ruso y el imperialismo chino. La burguesía norteamericana no había previsto que salieran de su mayor victoria histórica, el restablecimiento, por su burocracia estalinista, del capitalismo en la URSS y en la RPCh, nuevos competidores. Por una parte, Putin y Hu temen el contagio de las rebeliones de los pueblos persa, árabe y berberisco contra los regímenes despóticos; por otra, las burguesías que representan chocan con los intereses de los viejos imperialismos que, bajo hegemonía norteamericana, se repartieron el mundo hace 60 años. Aprovechando la decadencia económica y los fracasos militares del principal imperialismo, los imperialismos emergentes lo desafían cada vez más abiertamente.

Rusia, que dispone de una base militar naval en Siria (Tartous), vende en masa armas a Irán, aunque no se atrevió a suministrar sus misiles más potentes debido a las decisiones de la ONU. Los grupos capitalistas rusos invierten en Irán en la energía y el aluminio en forma de co-empresas con grupos capitalistas iraníes.

China se convirtió en el primer socio de Irán con 30 mil millones de dólares de intercambios. El Estado chino utiliza el bloqueo occidental para negociar precios ventajosos de petróleo y gas natural iraní. La economía china compra un 20% del petróleo iraní, lo que cubre un 11% de sus necesidades. En intercambio, vende sus productos manufacturados (entre ellos misiles) y sus servicios (construye líneas de trenes y metros). Hay también capital: entre otras cosas, las compañías petrolíferas CNPC y CNOOP y la compañía del automóvil Chery invirtieron en Irán. Más allá de este país, las empresas chinas crean filiales en todos los estados del golfo arabopersíco y China se prepara a suplantar Estados Unidos en Pakistán y Afganistán, o incluso en Irak.

La clase obrera debe romper con todas las burguesías y extirpar el imperialismo para impedir las guerras y emancipar a los países dominados

Los gobiernos de China y Rusia sostuvieron contra sus pueblos a Ben Ali, Moubarak y Kadhafi, hasta el final.
Sostienen hoy al carnicero Assad, como a Ahmadinejad y Khamenei que reprimen las huelgas, privatizan, oprimen a las minorías nacionales, a las mujeres y la juventud, y conducen la economía hacia el militarismo… El estado chino no reconoce el derecho de sus minorías (tibetanas u oigures) a dejarlo. El estado ruso mantiene por la fuerza al pueblo checheno en sus fronteras.

Cualesquiera que fueran los pretextos utilizados, la «lucha contra el terrorismo», la «democracia» o la «protección del pueblo», el resultado de las intervenciones occidentales en Irak, Afganistán y Libia fue la desmembración del país, el ascenso del islamismo, la intensificación de los conflictos étnicos y religiosos, la generalización de la tortura. En Georgia, la intromisión del imperialismo ruso y los imperialismos occidentales consiguió pogromos y la división del país. Para todos los pueblos de la región, no hay nada que esperar de las confrontaciones entre grandes potencias, excepto aprovechar para liberarse de toda soberanía extranjera por una revolución social que se extienda a los centros imperialistas mismos.

Los trabajadores asalariados, si consiguen defender sus propios intereses en vez de permanecer supeditados a tal o cual fracción de la burguesía mundial, nacional o extranjera, «progresista» o clerical, pueden tomar la cabeza de todos los oprimidos y dirigir una verdadera revolución, una revolución social.

En Egipto, Irán, Túnez, Siria, Libia, solamente el proletariado es capaz de instaurar las libertades democráticas, de garantizar los derechos de las minorías nacionales no persas o no árabes, de emancipar a las mujeres, dar la tierra a los campesinos pobres, de proporcionar trabajo a todos, de unificar progresivamente la región bajo la forma de una Federación Socialista del Asia del Oeste o del Mediterráneo. El proletariado de Israel seguirá estando dividido e impotente mientras su componente judío no reconozca los derechos nacionales de los árabes, lo que implicará el cuestionamiento del Estado colonial sionista y abrirá la vía de una Palestina democrática, laica y socialista.

La primera responsabilidad de los proletariados de los viejos países imperialistas, que incluye a menudo capas significativas venidas de África o Asia, es luchar contra toda intromisión de sus propios explotadores en los países extranjeros, por la retirada de las tropas imperialistas de todos los países dominados, para la evacuación de las flotas de guerra y las bases militares. Así pues, los trabajadores unirán sus filas contra el racismo y la xenofobia, defenderán con determinación sus intereses contra el capitalismo promotor de crisis y desempleo, aplastarán a las bandas fascistas, eliminarán todos los gobiernos burgueses, dislocarán al Estado burgués, establecerán su propio poder y expropiarán el capital.

Desde hace 100 años, la socialdemocracia y el laborismo supeditan el proletariado a la burguesa y desde hace 80 años el estalinismo hace otro tanto. Para romper con la burguesía y tomar el poder, es necesario por todas partes construir el partido obrero revolucionario. Para romper con la burguesía y unir a los proletarios de todos los países, es necesario construir la Internacional obrera revolucionaria.

20 enero 2012

Colectivo Revolución Permanente