Tesis sobre Irán

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A las elecciones presidenciales del 12 de junio del 2009 le siguieron, hasta el 9 de julio, una ola de protestas en masa y su consiguiente represión. Se enfrentaron por un lado fracciones islámicas disidentes y oponentes al régimen teocrático de los mulahs y por el otro las fuerzas represivas (la policía, la milicia Bassiji).

El resultado de la elección (que muchos iraníes consideraron un fraude electoral masivo) confirmó al Presidente en funciones Majmud Ahmadineyad con 62% de los votos escrutados, frente al 33,8% de los votos para su oponente más fuerte, Mir Hossein Mussawi. Incluso un día antes de las elecciones ocurrieron las primeras protestas contra Ahmadineyad, lo que produjo enfrentamientos con las milicias Bassiji. En unos cuantos días alrededor de 200 activistas líderes del denominado “Frente de Participación del Irán Islámico”, el grupo político del ex-presidente Chatami, y partidarios de Mussawi, son arrestados. Para aterrorizar a la juventud estudiantil, la milicia Bassiji lanzó repetidos asaltos nocturnos a dormitorios universitarios (por ejemplo en Teherán y Tabriz) y golpeó estudiantes y los maltrató hasta morir.

Mientras tanto, se sucedieron cada vez más reportes de las prisiones, sobretodo de la infame prisión Evin en las afueras del norte de Teherán. Hoy en día, la prisión construida por la ex policía de tortura del Sha, la SAVAK, es el lugar donde los prisioneros políticos son mantenidos bajo condiciones degradantes, torturados y asesinados.

Los medios de comunicación burgueses internacionales fueron conscientes de la explosiva situación en Irán, por primera vez, después de las protestas masivas del 13 de Junio. Pero el movimiento había ocurrido en las semanas anteriores. Tuvo sus raíces en una profunda crisis del régimen burgués teocrático. Ya durante la campaña de las elecciones presidenciales las líneas de ruptura al interior de la clase dirigente iraní se habían vuelto visibles.

1. Cómplices islamistas del imperialismo en 1953….y víctimas del Sha en 1961

Irán, debido a su significación geopolítica y económica, es la clave de toda la región del golfo. Esto explica el especial interés de los poderes imperialistas en Irán desde el fin de la Primera Guerra Mundial. Para el proletariado internacional, por otro lado, el destino de los 22 millones de proletarios iraníes es un factor decisivo para las perspectivas revolucionarias en esta parte del mundo.

En 1953 los gobiernos de los Estados Unidos y Reino Unido fomentaron un golpe de estado contra el primer ministro burgués nacionalista Mossadegh, cuya política económica amenazaba los intereses de las grandes compañías petroleras internacionales. Los islamistas fueron usados por el imperialismo como tropas contrarrevolucionarias de apoyo. En 1948, la CIA inició su “Operación Bedamn” contra el partido obrero de masas (Tudeh) y el partido nacionalista burgués (Frente Nacional). En 1952 hizo campaña entre los mulahs contra Mossadegh por “inmoral”. Finalmente, a través de sus contactos iraníes, la CIA y la misión militar norteamericana propiciaron un golpe monárquico – islamista contra el gobierno. El ayatolah Kashani, vocero del Parlamento (Majlis), trató de expulsar al Primer Ministro en enero de 1953. En febrero los ayatolas Kashani y Behbehani lideraron una manifestación de masas compuesta por perqueñoburgueses y lúmpenes eventualmente reunidos por elementos de la policía y del ejército. Esta manifestación ocurrió al tiempo que las tropas monárquicas capturaron la estación de radio y marcharon hacia la residencia de Mossadegh. El Primer Ministro renunció en favor del general Zahedi al día siguiente.

Así el imperialismo protegió el poder del clan Pahlevi y creó con el régimen del Shah un leal y confiable aliado en la región. Hasta el final el régimen del Shah -que era odiado por la población- fue también apoyado por los diferentes gobiernos israelíes y formó, junto con los regímenes sudafricanos del apartheid, un pilar esencial para el dominio sionista en Medio Oriente.

Sin embargo, de manera parcial, el régimen del Shah, basado en la coacción y la represión, pudo y tuvo que buscar apoyo en la población. Un ejemplo de estas tácticas fueron las medidas económicas que, bajo el eslogan de la “revolución blanca”, apuntaron a introducir y fortalecer estructuras capitalistas en la economía iraní. A pesar de la amarga oposición del clero chiíta, unos 5,5 millones de iraníes (de una población de casi 21 millones en aquellos días) apoyó en el referéndum de 1961 la moderada reforma agraria, mientras que 4,115 votaron en contra. En conexión con este referéndum estalló la amplia discusión sobre el derecho de las mujeres al voto. El sufragio femenino fue introducido formalmente en 1963. Sin embargo, hay que subrayar que todas estas medidas “progresivas” ocurrieron dentro del período dictatorial del Sha…

Los “bazaris” tomaron un lugar especial. La “revolución blanca” fue un desplazamiento del poder económico del bazaar hacia la industria. Este giro llevó a una escisión Al interior de la “gente bazaar”, cuyo “ala modernista” quiso obtener ganancias a partir de las bendiciones del capitalismo, mientras que los tradicionalistas se mantenían en conexión con la oposición religiosa y conservadora y abiertamente apoyaron a Jomeini.

Jomeini fue arrestado y forzado al exilio en 1963 por su discurso contra la “revolución blanca”, cuya real intención era, según dijo, entregar Irán a los judíos, cristianos y enemigos del Islam. Para él, el Sha era “un infiel judío”. El “Partido de la Coalición Islámica” no se limitó a llevar a cabo solamente trabajo de propaganda, también organizó atentados, como por ejemplo el asesinato del primer ministro Hassanali Mansour en 1965.

La “expropiación” de los grandes terratenientes estuvo vinculada a generosas compensaciones que convirtieron a los antiguos señores semi-feudales, junto a miembros de la burocracia estatal de la monarquía Pahlevi y las capas adineradas de los bazaris, en el centro de la nueva burguesía industrial. Entre 1965 y 1977 la acumulación de capital se incrementó de 15.3 a 168.1 mil millones de riales. En 1974, 45 familias controlaban el 85% de las empresas industriales de Irán.

La burguesía Iraní mostró todas las características de la clásica burguesía compradora. Por ejemplo, la familia del Shah estaba en posesión de 207 empresas al por mayor, bancos y conglomerados industriales. La penetración de las estructuras capitalistas llevó, por otro lado, al incremento del proletariado industrial. La clase obrera jugó un rol esencial en el derrocamiento del régimen del Shah y la contrarrevolución clerical la enfrentó rápidamente. Durante 1979 – 1980, la llamada “revolución iraní” fue llevada al molino de la burguesía islámica que buscaba aplastar las conquistas objetivas del pasado.

2. 1977-1979: empieza una revolución proletaria y derriba a la monarquía

La historia de la “Revolución Iraní” en 1979, la derrota del movimiento obrero y la victoria de la facción reaccionaria islámica de la burguesía es la trágica confirmación negativa de las posiciones básicas del bolchevismo: p. ej. la ausencia de un partido revolucionario (esto es, un partido basado en el programa del Marxismo) impide que el levantamiento espontáneo del proletariado lleve a una generalización de los órganos de poder dual que acompañan el levantamiento de los trabajadores; las ilusiones en el “carácter progresivo” de las facciones “democráticas” o “antiimperialistas” de la burguesía local llevan a la subordinación de los intereses de clase de la clase obrera urbana y rural al liderazgo político de la burguesía. Y esta burguesía está siempre resuelta a tomar medidas contrarrevolucionarias contra las masas.

Una particular responsabilidad en el fracaso del movimiento de 1979 pesa sobre el partido estalinista Tudeh y sus varias escisiones maoístas y castristas. Los estalinistas que entraron a comienzos de los ‘50 en un “frente nacional” con Mossadegh para asegurar un desarrollo nacional burgués en Irán y también se opusieron en 1979 a las demandas radicales que emergían de las filas del proletariado.

Ya en 1977 era obvio que fracciones esenciales de la burguesía iraní buscaran un cambio político. En noviembre llegó la refundación del “Frente Nacional” (al cual se le censuró después de la caída de Mossadegh) incluyendo al Tudeh. El Frente Nacional se consideró a sí mismo -de manera totalmente justificada- como una alianza opositora burguesa. El siguiente año hasta la caída del Shah estuvo marcado por una ola ascendente de protestas en masa que captaron ahora también al proletariado iraní. Sin embargo, la iniciativa política permaneció de modo inequívoco en manos de los sacerdotes chiítas que declararon al ayatolá Jomeini, que vivía desde 1963 exiliado en París, como el representante de la oposición. La brutalidad de la represión militar de las protestas -sobretodo el baño de sangre en Quom el 9 de enero de 1978 aguijoneó la indignación – dividió más y más claramente a la población iraní en una minoría pro-Pahlevi y un frente de rechazo heterogéneo al régimen.

El 8 de setiembre de 1978 cientos de miles se manifestaron de nuevo en Teherán por la renuncia del Shah -y de nuevo el ejército interviene. 3,900 manifestantes (hombres y mujeres) son asesinados. Ahora la catastrófica situación social propulsa masivamente a los trabajadores a la pelea: el 10 de octubre 40,000 trabajadores y empleados de la industria petrolera se declaran en huelga hasta que cumplan con sus demandas económicas. Ellos exigen especialmente la libertad de asamblea, la libertad de organizarse y la libertad de prensa. Los trabajadores de la industria textil, de las minas de hierro y las de cobre también entran en escena. 400,000 profesores toman parte en una huelga en el servicio civil que inmoviliza amplias zonas del país.

Mientras los generales y la CIA preparaban ya el cambio político y Pahlevi fugaba, sólo la guardia imperial resistía para cubrir el escape del Shah.

En noviembre por primera vez los trabajadores forman consejos de fábrica – los shoras. Una vez más se vuelve obvio que la lucha de clases obedece a sus propias leyes. Espontáneamente los trabajadores encuentran la forma organizadora adecuada – aquella de los soviets. Pero los Shoras eran demasiado limitados para convertirse en el punto de partida de la lucha por las demandas democráticas y socialistas. Esto hubiera sido parte del trabajo de una organización revolucionaria, el partido.

3. Crisis de dirección del proletariado

En esta crucial fase la debilidad del factor subjetivo rondó al proletariado iraní de una amarga manera: el estalinismo totalmente reformista (Tudeh), la guerrilla estalinista (Fedayin, Peykar), el centrismo seudotrotskista (HKS – Partido Socialista de los Trabajadores, HKE – Partido Revolucionario de los Trabajadores).

El partido Tudeh era el partido estalinista, es decir una antigua organización comunista transformada en partido reformista por medio de la contrarrevolución liderada por la burocracia privilegiada en la URSS de los años 20, resultado de la degeneración de la III Internacional. Tudeh tenía todavía alguna influencia en los trabajadores, pero limitaba sus demandas a un cambio político y la dirección de su ataque era: “cualquier cosa es mejor que el Shah”. Había sido debilitado por las organizaciones guerrilleras desde fines de los años 60.

La revuelta de la juventud estudiantil contra la intromisión norteamericana, el absolutismo del Shah y la opresiva policía secreta, dio nacimiento a muchas guerrillas. La mayoría fueron pronto destruidas por la infiltración, las denuncias, los arrestos, la tortura, la prisión y las ejecuciones. Pero dos de ellas fueron capaces de sobrevivir a la feroz represión de la Savak: la Organización de los Guerrilleros Combatientes del Pueblo Iraní (Fedayin) salida de una escisión de izquierda del Tudeh en 1963, que tomó a Giap, Ho, Mao, Castro, Guevara y Debray como maestros, y la Organización de los Combatientes del Pueblo (Mojahidin) fundada en 1965 como un ala radical del Movimiento de Liberación de Irán, de Bazargan. Ambos, Fedayin y Mojahidin, regresaron a sus orígenes políticos después de 1979; la mayoría de Fedayin se reunificó con el Tudeh, el Mojahidin regresó a Bazargan.

A diferencia de Fedayin, Mojahidin recibió ayuda de sectores de la burguesía y del alto clero. En su juicio de 1972, un líder de Mojahidin empezó su discurso con una cita del Corán. En 1975, una escisión ocurrió en el Mojahidin, la mayoría permaneció nacionalista y clerical, la minoría se proclamó “marxista-leninista”. Los primeros mantuvieron el nombre, los segundos fueron pronto conocidos como Peykar.

Así, a mediados de los ‘70, había dos organizaciones significativas en Irán, Fedayin y Peykar, fuera de Tudeh, cuyo objetivo era abiertamente el socialismo. Pero estos revolucionaristas pequeño burgueses no confiaban en la capacidad de la clase obrera. El coraje de los combatientes guerrilleros producía por un lado simpatías entre las masas, pero pronto se volvió un obstáculo para el desarrollo de Fedayin y Peykar: sus procedimientos militaristas los aislaron de las masas. Las corrientes nacionalistas radicales llamadas “marxistas” querían combatir no desde la clase obrera, sino en lugar de las masas…

El marxismo probó ser más efectivo que los mitos de la guerrilla campesina. La masiva participación de la clase obrera urbana en las protestas contra el Shah aceleró la caída de su régimen. Pero el marxismo estuvo también acertado de una manera triste, porque la falta de todo partido obrero revolucionario permitió la toma del poder por los mulahs en febrero de 1979.

En los sucesos revolucionarios, aún un pequeño grupo bolchevique habría sido capaz de ganar a algunos de los mejores militantes de Tudeh, Mojahidin o Peykar, a algunos nuevos sectores de trabajadores y estudiantes, y poner los cimientos de un partido obrero revolucionario capaz de vencer la próxima vez. Pero para hacer esto se necesita un programa y una estrategia revolucionarios.

4. Cómo la subordinación a la burguesía antiimperialista ayudó a los clérigos a establecer su poder y aplastar la revolución proletaria

El partido Tudeh capituló desde el principio a la coalición contrarrevolucionaria de la burguesía y la clerecía. Cuando se hizo la grieta entre ambos, saludó a la facción de Jomeini como la verdadera fuerza antiimperialista revolucionaria, dándole su apoyo incondicional. Se posicionó detrás de Jomeini y su “República Islámica” según órdenes de la burocracia de la URSS y en nombre de la “unidad antiimperialista”. Cuando en marzo de 1979 se publicó un decreto que obligaba a usar el velo, al día siguiente 20.000 mujeres se manifestaron contra la escandalosa orden. El partido Tudeh desechó estas protestas con el argumento de que “las mujeres de clase media” estaban haciendo un frente contra Jomeini. Desechó cada una de las protestas de masas contra las prácticas antidemocráticas del régimen islámico, etiquetándolas de “un apetito liberal burgués de democracia”.

En el período que llevó al levantamiento de febrero, Peykar y sobretodo Fedayin jugaron a menudo un rol dirigente durante las luchas. Pero ellos no levantaron un programa independiente dentro del movimiento de masas; se mezclaron con el movimento dominado por los mulahs, a la cola del ayatola Jomeini. Cuando Jomeini designó un gobierno provisional liderado por Bazargan y el burgués MLI, por supuesto el Mojaidin lo apoyó. Tudeh, Peykar y Fedayin no lo hicieron y sólo el HKS se atrevió a criticarlo.

Los grupos que se reclamaban socialistas saludaron al imán Jomeini como el líder de la revolución hacia la victoria. Las “Cortes Islámicas Revolucionarias” fueron saludadas también. Pocos meses después, el gobierno burgués estaba haciendo retroceder rápidamente las conquistas de las masas. El único curso correcto de acción fue organizarse para la defensa y extensión de los derechos democráticos, y contra todos los intentos del nuevo régimen de restringirlos. La consigna central para ese período era la convocatoria inmediata a una Asamblea Constituyente.

Fedayin, Peykar y otros grupos castristas y maoístas tampoco se interesaron en ayudar a crear los órganos independientes de auto-organización de las masas. La herencia estalinista los condujo a que cada grupo tratara de crear sus propias “organizaciones de masas”, debilitando a los soviets iraníes y ayudando a los mulahs a destruir los shoras.

El llamado “Secretariado Unificado de la IV Internacional”, dirigido por Mandel, desorientó al valiente grupo de militantes que buscaban construir un partido revolucionario bajo su autoridad. Desde hacía décadas, el SU-CI pablista capitulaba ante las direcciones de las masas. Así, vio la revolución abierta en 1978 como un proceso objetivo irrefrenable y fue incapaz de advertir el potencial contra-revolucionario de Jomeini y los ayatolas (Inprecor n° 50, 12 de abril 1979), a pesar de las lecciones de Indonesia en 1965 o de Irán en 1953, y también del ataque por los islamistas, junto a algunos maoístas, del primer mitin del HKS en Teherán (el 2 de marzo de 1979).

Al inicio de la contrarrevolución islamista, cuando Jomeini llamó a devolver las armas y a terminar con las huelgas (14 de febrero 1979), proclamó una “Republica Islámica” (1º de abril) y condenó a muerte a 12 militantes del HKS (en agosto), el SU presentaba todavía al clero chiíta no como una fuerza anti-obrera y contra-revolucionaria, sino como un “signo de la identidad nacional” sin ningún interés material (Inprecor n° 61, 18 de octubre 1979).

Cuando el gobierno clerical purgó los comités obreros surgidos de la revolución, los shoras, y arrestó a sus militantes revolucionarios, el SU publicó el Manifestó de los Shoras Islámicos que empezaba así: “En nombre de Dios clemente y misericordioso” y después: “Nosotros, obreros de la industria, organizados en el Shora de los Trabajadores Islámicos, apoyamos al Gran Jefe de la Revolución…”. (Inprecor n° 69, 7 de febrero 1980).

Cuando Jomeini decidió la ocupación de la Embajada de los EEUU (una acción nacionalista simbólica y no un ataque real a los intereses imperialistas), el SU apoyó la maniobra al punto de publicar una entrevista con los “Estudiantes Discípulos del Imán” que ocupaban la Embajada (Inprecor n° 70, 21 de febrero 1980). Un de los estudiantes discípulos del imán era Ahmadineyad, quien iba a torturar a militantes kurdos y revolucionarios durante los próximos años en la cárcel de Evin. El SU apoyó también completamente una conferencia impotente del gobierno sobre la intervención estadounidense en Irán (Inprecor n° 80, 26 de junio 1980).

El HKS mismo (cuyos cuadros fueron educados por el SWP de los EEUU y el IMG de Gran Bretaña) no comprendió el carácter contrarrevolucionario de Jomeini y estuvo a la cola de las populares organizaciones ex-guerrilleras, incluida la burguesa Mojahidin que se mantuvo a la cola de Jomeini hasta 1981. Luego, por su propia experiencia, se opuso cada vez más a los mulahs. Como resultado, la resistencia del HKS a Jomeini, creciente aunque tardía, condujo al SWP liderado por Barnes – la fracción la más castrista del SU- a seccionarlo. A fines de 1979 los simpatizantes del SWP formaron el HKE, que se apoderó del periódico del HKS, Kargar (El Obrero).

Desde su fundación, el HKE se posicionó, en nombre del antiimperialismo, directamente detrás de Jomeini. En 1980, saludó a los “soldados y pasdarans” (que abusaban y masacraban a estudiantes, obreros y kurdos) como “sus hermanos” (Inprecor n° 69, 7 de febrero 1980) y se rehusó a condenar la obligación del velo (Intercontinental Press, 30 de junio 1980). En 1981 el HKE apoyó una manifestación de mujeres ataviadas con velo, organizada por el gobierno para un aniversario religioso (Intercontinental Press, 15 de junio 1981) y apoyó la represión de la República Islámica contra Mojahidin (Intercontinental Press, 6 de julio 1981). En 1982, el HKE participó todavía en las elecciones al Parlamento de la República Islámica.

Su adaptación al liderazgo clerical, e incluso a la “República Islámica”, no salvó al HKE. Todos sus dirigentes estaban encarcelados a fines de 1983. Por su lado, aunque el 12º Congreso del Secretariado Unificado (primavera de 1985) trató en su Resolución Política Mundial sobre Irán, sus antiguas organizaciones en este país no fueron mencionadas con una sola palabra… El antiguo HKS, llamado ahora IRSL, dejó el SU y se adhirió a la TMI grantista.

El Tudeh fue perseguido hasta 1982; 5.000 miembros y líderes del partido fueron encarcelados como “espías soviéticos” o fueron ejecutados. Para fines de año el partido se volvió oficialmente ilegal. En 1985 se declaró a sí mismo en una resolución como “oponente a la república islámica”. Muchos de los antiguos miembros de Tudeh se convirtieron en gerentes y jefes en las empresas nacionalizadas, propagandistas en los medios de comunicación estatales e incluso interrogadores de prisioneros políticos en las cárceles reaccionarias del régimen.

En las fábricas y las plantas petroleras el partido chiíta hizo retroceder a los Consejos o los infiltró y los convirtió en “shoras islámicos”. Los intentos de crear sindicatos libres fueron aplastados. Miles de revolucionarios fueron asesinados. La República Islámica se volvió en cuestión de meses la legítima heredera reaccionaria de la monarquía Pahlevi.

5. Para combatir al imperialismo: independencia de clase frente a todas las facciones de la burguesía iraní y a todas las burguesías imperialistas

El hecho de que el resultado de la elección del 12 de Junio de 2009 haya estimulado tan rápidamente movilizaciones en masa en las calles de Teherán y otras ciudades de Irán, sólo puede explicarse de una manera muy limitada por el supuesto fraude electoral.

Fue sorprendente cuán rápido los medios de comunicación internacionales y los círculos políticos de los países imperialistas se focalizaron en este “fraude electoral” para apoyar a Mir Hossein Mussawi. Por medio de esta manipulación se construyó un contraste completamente erróneo: Aquí el estafador electoral Ahmadineyad, allí Mussawi, el verdadero ganador, a quién le habían hecho trampa por medios antidemocráticos.

Ya las elecciones presidenciales en sí mismas fueron un ejemplo clásico del carácter antidemocrático de la República Islámica. Desde Marzo de 1979 un Líder Supremo autocrático (Rahbar) es elegido por los 86 miembros del Consejo de Expertos Majles-e-Khobregan. Los 12 miembros del Consejo de Guardianes consisten en 6 clérigos y 6 abogados. Los clérigos en el Consejo de Guardianes son nombrados por…¡el Rahbar! El Consejo de Guardianes decide qué candidatos son admitidos para las elecciones presidenciales. Este año, 475 nominados, entre estos 42 mujeres, se registraron como candidatos. El 20 de Mayo, cuatro candidatos fueron admitidos por los Guardianes. Todos los demás, también han sido verificados por su lealtad al estado, su lealtad a los objetivos de la República Islámica y su comportamiento moral de acuerdo a las reglas de la religión chiíta y han sido investigados.

Mahmud Ahmadineyad, actualmente en el cargo, y el ex-líder de las “guardias revolucionarios”, Mohsen Rezai, fueron considerados como candidatos “conservadores”. El último criticó a Ahmadineyad por su política internacional y le reprochó por llevar a Irán al aislamiento y por sus provocadoras declaraciones. Mehdi Karroubi clamó ser un reformista. Él prometió legalizar a la perseguida minoría religiosa de los Bahai e integrar a mujeres a su gobierno. Hasta qué medida Mir Hossein Mussawi puede ser visto como un reformista, fue apasionadamente debatido en la población. Él comenzó su carrera política bajo Jomeini como editor del periódico del entonces Partido Republicano Islámico; a comienzos del verano de 1981 fue nombrado Ministro de Relaciones Exteriores y luego, en el otoño del mismo año, se convirtió en Primer Ministro. Durante su cargo, miles de miembros de organizaciones de la clase obrera, grupos oposicionistas y homosexuales fueron arrestados, torturados y asesinados; durante la guerra contra Irak él organizó la violenta represión de los kurdos.

Los cuatros candidatos que se alinearon con la aprobación del liderazgo supremo del régimen capitalista teocrático encarnaron nada más que los intereses parcialmente contradictorios de las diferentes facciones de la reaccionaria clase dirigente de la República Islámica y su aparato burocrático.

Las protestas después del anuncio de la victoria electoral de Ahmadineyad fueron al comienzo pensadas como la movilización de los partidarios de Mussawi – sin embargo estas adquirieron velocidad y llevaron a las calles a gente que no estaban satisfechas con preguntar “¿Qué pasó con mi voto?”, sino que gritaban “Abajo el dictador” y “Abajo la República Islámica”. Las mujeres, la juventud y los trabajadores protagonizaron esas manifestaciones.

Mientras que los seguidores de clase media de Mussawi vacilaron sobre si participar o no, fueron los estudiantes y miembros de diferentes organizaciones de la clase obrera los que salieron a las calles después del 13 de Junio y acogieron la masiva afluencia de trabajadores de los distritos proletarios de Teherán.

Fue menos una expresión de confianza en la política de Mussawi que un odio por Ahmadineyad lo que condujo a las masas trabajadoras a las calles. En un panfleto publicado por los trabajadores de la planta estatizada Autoplant Khodro, Ahmadineyad fue acusado por su hábito de dar dinero a los trabajadores durante su campaña electoral en los distritos más pobres de la ciudad, lo cual es considerado un insulto para la clase obrera que no espera limosnas sino salarios decentes. Al mismo tiempo los trabajadores de Khoro criticaron la política económica del gobierno, que alimenta la hiperinflación al imprimir constantemente papel moneda.

Los trabajadores de la industria petrolera hicieron recordar en panfletos que ellos se habían involucrado decisivamente en la caída del régimen del Shah en 1979. Ellos no esperaban limosnas, sino una prohibición de los “contratos blancos” (contratos de empleo temporal).

Las manifestaciones en masa del 15 de Junio de 2009 estuvieron marcadas sustancialmente por elementos proletarios y de la juventud estudiantil. Sólo en Teherán más de 3 millones de personas marcharon en las calles; en Isfahan, Tabriz y Shiraz cientos de miles expresaron sus protestas en movilizaciones. Particularmente debe ser enfatizada la presencia de mujeres jóvenes en las demostraciones. Ellas sufrieron doblemente –como trabajadoras, como estudiantes y como mujeres- el régimen reaccionario religioso anti-femenino.

El régimen reaccionó a las movilizaciones en masa con una dureza implacable. Además de la policía, sobretodo la milicia Bassidji atacó a las manifestaciones una y otra vez con la brutalidad más grande.

La vigorosa represión duró hasta el primer juicio propagandístico contra los seguidores de los “reformistas”, lo cual refleja una lucha por el poder entre los sectores de influencia de la clase dirigente. Los denominados “conservadores” que se reunieron alrededor del Líder Supremo Ali Khamenei, ya habían apoyado abiertamente durante la campaña electoral a Ahmadineyad. Sin embargo, ellos subestimaron los intereses específicos de su candidato en caso de una victoria electoral. Al movilizar a la población en su apoyo, él seleccionó públicamente como tema central uno de los temas tabúes de la república islámica: la corrupción y el enriquecimiento desvergonzado del más alto escalón del estado teocrático.

La “firmeza de principios” de los “conservadores” puede ser juzgada por el hecho de que el aparato estatal contuvo a su jauría durante la campaña electoral. Ahmadineyad quiso demostrar que sus seguidores reaccionaron con indignación al descubrimiento de la riqueza y la corrupción de sus oponentes. En realidad resultó obvio que sectores de la población trabajadora querían usar la brecha que abrió la burocracia dirigente para demandas mucho más importantes.

El “ala reformista” que se reunió al alrededor de Mussawi ya había dudado bajo los primeros golpes de la represión. Pasaron varios días hasta que el candidato vencido de la burguesía acomodada se atrevió a aparecer en las calles. Y en su primera aparición pública Mussawi declaró con franqueza que él quería sacar a las masas fuera de la calle tan pronto como sea posible. Al mismo tiempo declaró teatralmente su voluntad de convertirse – si fuese necesario – en mártir.

También uno de los partidarios más importantes de Mussawi, el “mulah millonario” Rafsandshani, explicó durante el viernes de oración del 17 de Julio que era lo que había: “Se trata de reconciliación”. Cuando fue interrumpido por gritos furiosos y la gente presente urgió una clara declaración, él se limito a la demanda de liberación de los manifestantes arrestados y de libertad de prensa. No desafió los resultados electorales, como muchos esperaban.

Era bastante fácil para Ahmadineyad continuar con la represión siendo confrontado con una oposición tan débil. El 1 de agosto los primeros acusados “arrepentidos” fueron presentados en la TV iraní en un juicio propagandístico organizado por el régimen. Ellos agradecieron a sus interrogadores, antes de confesar todo lo que se esperaba.

Mussawi, Rafsandschani y cía. conocían el escenario bastante bien. Bajo su mandato en los ochentas, tales juicios propagandísticos tuvieron lugar. En aquel tiempo estos eran dirigidos, sin embargo, contra las organizaciones de los trabajadores. Las protestas provenientes hoy de los portavoces del “frente participativo”, la alianza de representantes “reformistas”, son las más patéticas: los juicios no respetaron la ley, los acusados han sido torturados, no tuvieron defensa. Es impresionante cuán lacrimosos resultan los reformistas cuando de repente la “República Islámica”, que ellos aún defienden, coloca las cosas en su contra.

No se puede combatir al régimen burgués teocrático, y pretender luchar por las libertades democráticas y los intereses de la clase obrera, de la mano del imperialismo. Contrariamente a esta posición básica de principios, el Partido Comunista Obrero de Irán, una escisión de izquierda de Tudeh, hizo llamados a los estados burgueses y a los gobiernos del imperialismo: “La Republica Islámica es un régimen fascista que debe ser aislado y expulsado de todas las organizaciones internacionales” (WCPI Briefing, mayo 2009); “Es el momento para nosotros en Occidente de proceder a una presión sobre nuestros gobiernos para aislar a los dirigentes de Irán en lugar de legitimarlos” (Maryam Namazie, portavoz del PCOI, Evening Standard, 17 de junio 2009).

Algunos, especialmente los llamados “izquierdistas”, ven en la “ola verde” de Mussawi un plan del imperialismo estadounidense para desestabilizar el régimen de Ahmadineyad. Más claramente el populista burgués Hugo Chávez de Venezuela lo expresó en la transmisión de su programa radial “Aló Presidente”, el domingo anterior a las elecciones en Irán. “El gobierno bolivariano de Venezuela expresa su firme rechazo a la feroz e infundada campaña desatada para desacreditar desde afuera a Irán, con el objetivo de embarrar el clima político de este hermano país. Exigimos el fin inmediato de las maniobras para intimidar y desestabilizar a la Revolución Islámica”. Adicionalmente, el Ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela publicó un comunicado en el cual criticaba “la brutal e infundada campaña desde fuera”. Bastante infelizmente lo pasó, luego de un tiempo considerable de asombro, la Tendencia Marxista Internacional del profesor Alan Woods, que ve en Hugo Chávez el garante del “Socialismo del Siglo XXI”.

La argumentación de la northista World Socialist Web Site (WSWS) señala en la misma dirección. Las protestas en Irán son colocadas al mismo nivel que la “revolución rosa” en Georgia (2003) y la “revolución naranja” en Ucrania (2004). Estos movimientos han sido estimulados “desde los EE.UU.” Pertinazmente el WSWS retrata a las protestas masivas en Irán como un “movimiento de la clase media”.

Son conocidos el financiamiento de EEUU a los políticos opositores y sus falsas campañas por la democratización de Irán, pero un régimen de cambio relativamente pacífico no parece posible en el presente, por lo tanto, la administración Obama espera y observa mientras parecen acelerarse los preparativos para un ataque por parte de Israel.

6. Las sanciones internacionales y los preparativos de un ataque militar contra Irán

Sin embargo, el movimiento internacional de los trabajadores tiene que estar alerta y listo para oponerse a una posible agresión imperialista contra Irán., precisamente cuando las privatizaciones de las empresas, la represión de los trabajadores, de la mujeres, de las minoridades nacionales, religiosas o sexuales, la negación por Ahmadineyad del genocidio de los judíos en Europa y la perspectiva del desarrollo militar nuclear iraní, facilitan el aislamiento internacional perpetrado por las gran potencias opresoras y super-armadas, aislamiento que incluso refuerza internamente al régimen y a su política de “unidad nacional”.

La oposición a toda sanción internacional, la resistencia contra un posible asalto no significa de ninguna manera solidaridad política con el régimen de la “República Islámica” o con uno de los grupos a la cabeza del estado teocrático burgués. Concierne a la defensa de un país subordinado, semicolonial, contra el imperialismo.

El 31 de mayo de 2010 a la madrugada, fuerzas militares israelíes atacaban una flotilla que transportaba ayuda humanitaria para Gaza, provocando 19 muertos. La acción sionista puso claramente de manifiesto que Israel no está dispuesto a ceder en su ofensiva contra el pueblo palestino, ni aceptar ningún acuerdo que implique resignar alguna fracción significativa del territorio que ocupa, ni aceptar el rol que la burguesía turca pretende asumir en la región.

El acercamiento de Turquía a Irán puede ser parte de una orientación de alguna fracción del imperialismo, destinada a buscar una vía de negociación con Irán y a estabilizar el Medio Oriente imponiendo los intereses imperialistas por medio de acuerdos. Esto significaría debilitar y relegar a un segundo plano a Israel, que se vería obligado a efectuar concesiones. Contra esta política estuvo dirigido el ataque militar a la misión humanitaria.

La flotilla integrada por tres barcos turcos, enviada en el marco de la creciente denuncia contra Israel por el bloqueo a Gaza, era una manifestación propagandística del fortalecimiento de esa nueva orientación de Turquía en consonancia con una fracción del imperialismo. Apenas dos semanas atrás Turquía y Brasil habían anunciado la firma de un acuerdo con Irán. De ser convalidado ese acuerdo se debilitaba la política de hostigamiento que prepara la intervención militar directa contra Irán. A pesar de que Brasil argumentó que el acuerdo con Irán estuvo basado en las condiciones propuestas por el mismo Obama, el gobierno de EEUU rechazó tal acuerdo y promovió la imposición de nuevas y más duras sanciones contra Irán en el marco del Consejo de Seguridad de la ONU.

Paralelamente se realizaron ejercicios militares en el Mediterráneo y fuerzas navales estadounidenses, encabezadas por el portaviones Truman, se trasladaron a través del canal de Suez hacia el Golfo Pérsico. A partir de allí, a diario surgieron nuevos elementos indicando preparativos para una intervención militar contra Irán: el traslado de tropas iraníes a la frontera norte con Azerbaijan; la posibilidad de que Arabia Saudita ceda su espacio aéreo para facilitar el ataque; las declaraciones de Berlusconi durante la reunión del G-20, afirmando que la mayoría de los mandatarios consideraba inminente un ataque militar de Israel contra Irán.

El 19 de noviembre en Lisboa, la OTAN optó por un plan común antimisiles. Aunque Turquía solicitó que el plan no hablara de Irán, el segundo día del encuentro, Sarkozy afirmó: “La amenaza es Irán”…y anunció que Francia gastará 377 mil millones de euros (500 mil millones de dólares) en la próxima década para financiar su Ejército (incluidas las armas nucleares).

China, imperialismo emergente y segundo país en cuanto a relaciones comerciales con Irán (después de Alemania) aprovechó la ocasión para remplazar a empresas europeas (Shell, Total, BP) y rusas. En concreto, empresas chinas compran petróleo y venden carburantes que Irán todavía es incapaz de refinar.

En este marco, la política de los militantes revolucionarios internacionalistas de la clase obrera debe partir de ubicarse en la trinchera de la nación oprimida, agredida y amenazada por el imperialismo. Esta misma orientación fue planteada por la Tercera Internacional para las colonias y los países oprimidos, y mantenida por la IV Internacional frente a la invasión de Etiopia por Italia o de China por Japón.

Contrariamente a lo que difunde la propaganda imperialista, el conflicto planteado por EEUU y sus aliados contra Irán no tiene nada que ver con la lucha por la democracia en un estado teocrático autoritario. Es un objetivo del imperialismo dominar por completo la región y disponer de sus recursos energéticos. La falsedad e hipocresía imperialista puede comprobarse en la doble vara utilizada por las potencias imperialistas para medir los derechos democráticos de las masas y la posibilidad de acceder al armamento nuclear, tanto en Irán como en Israel. EEUU, Francia, Gran Bretaña e Israel, no tienen derecho a prohibir a otros el desarrollo nuclear, pero, como lo prueba la experiencia de la URSS estalinista, únicamente la revolución socialista puede vencer al imperialismo y no las armas nucleares.

Por otra parte, una fracción dela burguesía iraní utiliza esta perspectiva militarista para conservar una base en las masas y para negociar desde una posición de fuerza, consolidando su rol de potencia regional y continuando con su desarrollo nuclear. Si bien no se puede descartar una capitulación de la burguesía iraní a las pretensiones imperialistas, por ahora las contradicciones no hacen más que agudizarse y el riesgo de un enfrentamiento militar se aproxima a medida que Irán avanza en sus posibilidades de obtener armamento nuclear. No obstante, no será tan fácil que el imperialismo norteamericano extienda sus operaciones militares, considerando que su guerra en Afganistán lo absorbe demasiado.

El capitalismo genera la miseria y la represión en los países pobres a través de las burguesías nacionales, socias menores de los burguesías imperialistas (norteamericanas, europeas, japonesa y china). Como agentes del imperialismo, estas burguesías desarrollan a veces alas nacionalistas, facciones de retórica antiimperialista que reaccionan contra sus amos cuando consideran perjudicados sus intereses. Como parte de la clase dominante, recurren a la demagogia nacionalista para obtener el apoyo popular. Este es el caso del discurso de la dictadura de Ahmadineyad, que oprime al proletariado y a los pueblos de Irán. Ahora bien, tampoco la facción “reformista” de la República Islámica tiene nada que ofrecer a los oprimidos: se trata de un sector hostil a la movilización del proletariado, tanto o más títere del imperialismo, tanto o más partidario de la Republica Islámica.

La burguesía iraní en el poder no es por consiguiente antiimperialista. Basta para demostrarlo su relación con Israel y los EEUU durante su guerra contra Irak, su colaboración en la ocupación imperialista de Afganistán y de Irak. Sus contradicciones con el imperialismo provienen de su interés por desempeñar un papel de potencia regional en beneficio de sus intereses capitalistas, mientras mantiene – con el régimen dictatorial y teocrático – la explotación de la clase obrera y la opresión contra las masas populares. La burguesía islámica es la opresora de sus minoridades nacionales, no fue capaz de desarrollar la economía, no fue capaz de movilizar a las clases obreras de Asia del Oeste, y todavía menos a las de Europa del Oeste y América de Norte. Todas las fracciones de la burguesía iraní están dispuestas a traicionar a los chiítas libaneses, a los chiítas irakís, a los palestinos…y a su propio pueblo.

7. Una perspectiva de Revolución Permanente

En los últimos años, un número creciente de protestas obreras fueron reprimidas violentamente.

En enero del 2004, cientos de trabajadores cuyos contratos de empleo no se habían renovado, se reunieron frente a la fábrica de cobre en Khatunabad, cerca de la ciudad de Babak, en el distrito Kerman. Exigían empleo y contratos estables. El régimen islámico envió policía armada; siete trabajadores fueron asesinados y muchos fueron heridos.

Al alrededor del primero de mayo del 2004, ocurre una masiva represión contra los trabajadores que querían celebrar el día internacional de lucha de la clase obrera. Las acciones represivas en Saghez, en la zona kurda de Irán, fueron especialmente crudas. Casi todos los trabajadores involucrados en la fundación de los sindicatos fueron arrestados.

El 12 de abril del 2005, Parviz Salarvand, un obrero permanente de Iran Khodro, el más grande fabricante de autos del Medio Oriente, es arrestado por la policía por declarar públicamente su apoyo a las demandas de los trabajadores temporales en su centro de trabajo.

En la mañana del 31 de diciembre del 2005, alrededor de 200 empleados de cristalerías en el sur de Teherán se manifestaron ante las puertas de las fábricas y después bloquearon la calle con llantas quemadas. Aunque empleados por muchos años, ellos no recibían ningún salario en los últimos 10 meses.

En 2006 y 2007 ocurrieron huelgas repetidas de los estibadores, que fueron parcialmente victoriosas. En el astillero de Sadra, en enero del 2007, se logró la reincorporación de 38 trabajadores despedidos por participar de una huelga el año anterior.

En marzo del 2007, 1,200 trabajadores de la granja Kuran se declararon en huelga para forzar el pago de sus salarios y los contratos permanentes. Poco tiempo después una manifestación de profesores fue apaleada. Ellos también habían demandado aumento de salarios y el pago de sueldos atrasados.

El 2007 también fue el año de la lucha prolongada de los conductores de buses con la Compañía-Vahed en Teherán. El líder del sindicato de los coches, Mansoor Osanloo, fue tan brutalmente herido por los baliffs de la República Iraní, que perdió un ojo. Fue condenado a 5 años de prisión.

En mayo del 2008 los trabajadores del azúcar en la provincia de Khuzestan, los trabajadores de Siemens y el personal de la Fábrica de Tubos Khuzestan, se declararon en huelga. En todos los casos la policía y el ejército atacaron masivamente a los trabajadores. Hacia la fecha del Primero de Mayo de 2009 más de 200 activistas de la clase obrera habían sido arrestados.

Todas estas luchas demuestran que la clase obrera iraní está por convertirse en una “clase para sí”. Las luchas sindicales que, bajo las especiales condiciones en Irán, adoptan casi inevitablemente un carácter político –incluso si los actores mismos no lo reconocen inmediatamente- son el primer paso para establecer organizaciones obreras independientes.

El movimiento de protestas en Irán no abrió un camino revolucionario. Aunque la clase obrera iraní estuvo crecientemente envuelta en el movimiento, no hubo señales de órganos de doble poder. El régimen de la República Islámica todavía controla sin oposición las fuerzas represivas y todos los aparatos del Estado.

En Irán, la palabra “revolución” ha sido muy abusivamente utilizada. De 1963 a 1978, la clase obrera iraní y las naciones oprimidas sufrieron a dos alas políticas de la dictadura de las clases monárquicas, bajo la llamada “revolución blanca”; de 1979 a 2009, a la dictadura de los ayatolas bajo la llamada “revolución islámica”. Décadas de traiciones estalinistas, el callejón sin salida de las guerrillas, el fracaso de los centristas, dejan hoy al proletariado iraní sin liderazgo.

Mientras más y más trabajadores están empleados con contratos precarios y a menudo tienen que esperar meses por sus salarios con una inflación oficial de 25% (algunos dicen 60 %), los “mulahs millonarios” y los burócratas estatales se siguen enriqueciendo. Para organizar la economía la servicio de las necesidades populares en Irán hay que demandar una escala móvil de salarios y horas de trabajo, la defensa de una canasta básica familiar, la formación de comités de consumidores y la expropiación sin compensación de las industrias claves, bajo control obrero.

Las mujeres trabajadoras son particularmente oprimidas en Irán. Su situación está directamente vinculada con el carácter clerical reaccionario del régimen. La lucha de los obreros no puede ser por “reformar” la República Islámica como los ex – estalinistas de Tudeh exigen, sino por el objetivo de separar el Estado de la religión y acabar con la persecución de los clérigos chiítas a las religiones minoritarias. También por el reconocimiento de los derechos de todas las minorías nacionales reprimidas (kurdos, balucos, turcos, árabes) y su protección.

Contra la represión: ¡autodefensa en las huelgas, manifestaciones y universidades, hacia la creación de milicias obreras y populares! Las fracciones “reformistas” de la República Islámica son una oposición burguesa y pro-imperialista a la camarilla gobernante del régimen teocrático. Sólo la clase obrera puede ofrecer verdaderos derechos democráticos a las masas. ¡Para separar a las capas rurales pobres, a la pequeña burguesía urbana, a los estudiantes, de las fuerzas reaccionarias burguesas, la consigna de la Asamblea Constituyente Soberana puede ser una consigna movilizadora importante. Pero esta demanda de la Asamblea Constituyente Soberana no debe oponerse a la lucha por los organismos de auto-organización proletaria, al contrario, debe estar estrechamente vinculada.

Con los shoras los trabajadores iraníes tienen una tradición que pueden traer de vuelta. Junto con la lucha por las reivindicaciones democráticas fundamentales, los shoras deberán organizarse para preparar la huelga general por las reivindicaciones fundamentales de la clase obrera y el pueblo. ¡Libertad para todos los presos políticos! ¡Libertad de asamblea y derecho a formar sindicatos! ¡Libertad de prensa para los trabajadores! ¡Separación del Estado y la religión!. Pero los órganos de tipo soviético no son suficientes para garantizar la victoria de la revolución socialista. La lucha debe estar conducida un partido obrero revolucionario armado con un programa marxista, para dirigir al movimiento obrero hacia la revolución socialista.

La ocupación de Irak y Afganistán por las tropas imperialistas, las constantes intervenciones imperialistas contra Irán, en el Cáucaso, en la región del Golfo, en todo Medio Oriente, muestran la necesidad de la solidaridad internacional de los trabajadores y los pueblos oprimidos. La solidaridad se vuelve más importante aún si es que los trabajadores iraníes se organizan para llevar la revolución socialista a la victoria. Por lo tanto, la construcción del partido obrero revolucionario en Irán – parte de la construcción de una Internacional obrera revolucionaria basada en la herencia programática de la IV Internacional dirigida por León Trotsky – es una precondición política para el futuro de los pueblos de Asia y de los habitantes de este planeta.

  • ¡Abajo la agresión de Obama y sus aliados! ¡Defensa del derecho de Irán a su desarrollo nuclear! ¡
  • Expropiación de todas las empresas imperialistas en Irán! ¡Fuera tropas imperialistas de Irak y Afganistán!
  • ¡Destrucción del Estado colonialista de Israel!
  • ¡Por la unidad de los trabajadores de Medio Oriente y de los países imperialistas para expulsar al imperialismo de la región!
  • ¡Armamento obrero y popular para enfrentar cualquier agresión sionista e imperialista!
  • ¡Por un Gobierno Obrero y Campesino!

La liberación del pueblo iraní de la opresión imperialista, y el fin de la explotación de los trabajadores por la burguesía sólo se podrá obtener cuando la clase obrera, apoyada por las masas de la ciudad y del campo, establezca su propio dominio, la dictadura del proletariado, y construya un Estado Obrero, parte de la Federación de Estados Socialistas de Medio Oriente.

diciembre de 2010
Colectivo Revolución Permanente